“No temas, gusanito de Jacob… he aquí que yo te he puesto por trillo, por trillo nuevo, lleno de dientes” (Isaías 41,14-15)
En el texto del epígrafe, el profeta procura resaltar la idea de un Dios Redentor, como el pariente próximo que rescata al endeudado, defiende a la viuda y paga la deuda de su defendido. La idea central que se presenta es que, Dios es protector del oprimido y libertador de su pueblo, esta idea tiene su estación central en el Nuevo Testamento, donde se desarrolla la teología para aplicarla a la persona de Jesús.
Utilizando un método comparativo, el autor resalta entre dos cosas en las que puede haber un contraste mayor: un gusano, insignificante, delicado y frágil, que se puede machacar con el pie y un rastrillo lleno de dientes fuertes, diseñado para romper y escarbar, dejando su huella sobre la tierra. El corolario debe ser: que Dios puede coger a una persona, comunidad o nación tan impotente e insignificante como el gusano y vigorizarla y empoderarla con tal fortaleza que pueda dejar una huella en la historia de la humanidad.
Así, pues, pensando en nosotros, si en algún momento o circunstancia nos hemos sentido frágiles y a merced de las brisas del tiempo; podemos tomar aliento, porque nuestro Dios omnipotente puede hacernos más poderosos que nuestras circunstancias. Él puede redireccionar todas las cosas para nuestro bien y hacer que estas rindan tributo a nuestras almas. Dios puede darnos una voluntad de hierro para atravesar y soportar las dificultades, lo mismo que el hierro resiste y pasa por la dureza del terreno. ¡Podemos enfrentarnos con una gran adversidad y vencerla!
En condiciones normales, todos deseamos ser fuertes como el hierro del rastrillo, llenos de dientes para trillar, moler y reducir. Todos queremos construir con lo fuerte, lo que tiene éxito, lo victorioso, lo que se halla sin quebrantar; pero, en ocasiones la vida nos golpea y la adversidad nos desborda, quebrantando nuestro ser y haciéndonos sentir tan pequeños como gusanitos. Dios tiene la capacidad para edificar con los materiales quebrantados de la tierra. Dios es el Dios de los que han fracasado, de los que no han tenido éxito, de los que han mordido el polvo y se arrastran por la vida como gusanos. ¡El Cielo estará lleno con vidas terrenales quebrantadas que supieron adquirir la fortaleza de Dios para vivir!
Amados amigos lectores: no existe situación o adversidad que Cristo no pueda vencer. No existen vidas quebrantadas que Cristo no pueda tomar y convertir en una bendición bella y gloriosa. Solo Él puede coger la vida amilanada por el dolor o la aflicción y convertirla en una preciosa melodía con acordeón. Solo Él puede elevar el fracaso terrenal más lamentable a la gloria celestial. Solo Él puede transformar nuestra vida de gusanitos que se arrastran por el suelo, en instrumentos de fuerza y de valor.
¡Permitamos que Dios haga de cada uno de nosotros lo que Él quiere que seamos!
Fuerte abrazo…
Por: Valerio Mejía Araújo.