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Guillermo Araque Gutiérrez

De ascendencia boyacense, nació en Manaure y murió en Valledupar. El dato simpático que deseo revelar aquí es: muy jóvenes ambos, casó con Trinidad García Mestre, natural de Pueblo Bello, en la capilla de Nuestra Señora de las Tres Ave María de San Sebastián de Rábago (actual Nabusimake) el 20 de enero de 1940.

El pasado 23 de abril, sus hijos y allegados, acompañados por un grupo selecto de amigos, entre quienes por fortuna nos encontrábamos mi señora y yo, quisieron conmemorar el centenario de su natalicio, en los amplios espacios solariegos de su casona allí, rodeados por jardines hermosamente cuidados.

Manaure es el agraciado y pintoresco balcón del Cesar, donde el verde de su vegetación es intenso y policromáticos sus jardines; de encaladas y frescas casas habitadas por gentes acogedoras. Allí nació y vivió por muchos años nuestro emblemático personaje Guillermo, su hijo predilecto e impenitente benefactor.

Aunque no sólo lo fue de su amada cuna, también cuántas y tantas poblaciones del Cesar y La Guajira, a cuyas gentes sirvió con notorio esmero; pues oficiaba como practico-agrícola en los institutos de servicio al campo, Caja Agraria, Banco Ganadero, Federación Nacional de Cafeteros, destacándose como amistoso y eficaz colaborador de quienes se dedicaban a las faenas correlativas, forjadoras de hombres de trabajo de corazón puro y honestidad limpia, que, dicho sea de paso pero obligadamente en justicia, formaron consagradas escuelas de trabajo probo, y a las que hoy echamos de menos, qué tanta es la necesidad de aquellas sanas y ejemplarizantes costumbres provincianas.

Sus amigos y los hijos de sus amigos que tuvimos el gusto de tratarlo lo recordamos con entrañable cariño; en mi caso personal la memoria me lo presenta en Urumita compartiendo con su compadre espiritual Hospicio López Baquero, mi padre, asuntos de interés general en los que se gozaban en beneficio de la comunidad; igualmente allí tenía esas mismas afinidades con Juancho López, Jesús Rojas y su esposa, Dolores Barros, y muchos otros; por doquier hacía compadres y comadres, y se enamoraba; su genotipo exhibía unos ojos vivaces que armonizaban con su inteligencia lista y una sonrisa confiable, fuertemente atractiva.

Los actos se iniciaron con una santa Eucaristía en el aireado templo parroquial, presidida por nuestro querido padre Becerra, quien a sus 85 años nos puso muy atentos ante su homilía destellada de inteligencia y mensajes sabios, en la que exaltó los valores humanos y cristianos de Guillermo, y evocó él mismo sus pasos de niño por aquél altiplano refrescante.

En el coloquio familiar, el hijo epónimo de Manaure, doctor Alfonso Araujo Cotes, amigo de nuestro mayor afecto, gran servidor de la cosa pública, a sus floridos 91 años, pronunció un atildado discurso, breve y sustancioso, en el que relievó las virtudes cívicas del rememorado amigo.

Sus hijos. Su padre no solo fue pródigo en la amistad, a ellos transmitió las excelsas capacidades mentales y empáticas que notablemente los distingue, fecundados con la sangre materna de la también inolvidable y nobilísima Trinidad, mi parienta, por el apellido Mestre.

Paz y alegría por su imborrable memorial en su tránsito existencial, cuya contemporaneidad, en parte, tuve el privilegio de compartir.

NOTA: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.

 

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