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Gran alianza por una Colombia justa y próspera

El objetivo debe ser la victoria en el 18. Nos jugamos el futuro de Colombia y de nuestros hijos. O corregimos el rumbo o su destino será el de los vecinos. Y sí, Colombia no es Venezuela, pero cada día nos parecemos más.

Para el triunfo necesitamos unidad y una gran alianza. Sin unidad interna será imposible ganar. Tampoco sin la alianza con aquellos que, más allá del Centro Democrático, comparten nuestras preocupaciones.

Es indispensable que la contienda interna entre los precandidatos del Centro Democrático y de los aliados futuros se haga con lealtad y respeto y sin ataques personales, con la perspectiva y el compromiso de apoyar a cualquiera que resulte el escogido.

Pero solos no ganaremos. Es indispensable aliarnos. La gran alianza debe tener como sustento la coalición del No: el uribismo, la base conservadora, los católicos, cristianos y judíos amenazados en su fe, los militares y policías en retiro y sus familias, las víctimas de la guerrilla, los campesinos, agricultores y ganaderos. Pero debe tener la disposición de ampliarse al 66.5% que se abstuvo en el plebiscito, a los que votaron por el Sí, pero la realidad les ha mostrado que eran ciertas las advertencias sobre los costos para la democracia y las instituciones republicanas y los excesivos beneficios y ventajas económicas, jurídicas y políticas para las Farc, al más del 80 % de colombianos que cree que Santos es, como sin duda es, un desastre, y a todos los que están sufriendo el impacto de una reforma tributaria regresiva y de una economía en frenón por cuenta de la burocratización, el clientelismo, el derroche, la mermelada y la corrupción de este gobierno.

La alianza debe ser propositiva y poner en marcha una campaña y una plataforma de gobierno que brinden esperanza y soluciones concretas y efectivas. Y, en mi opinión, debería tener los siguientes ejes: a) defender la democracia, recuperar la Constitución y las instituciones republicanas y corregir los excesos y desvaríos del acuerdo remendado con las Farc; b) crear las condiciones para la generación de riqueza y la superación de la pobreza, con base en el reconocimiento del derecho de propiedad y la libertad de empresa, la seguridad física y jurídica, los incentivos para la inversión, el regreso a la austeridad y el gasto público eficiente con enfoque social; c) el combate a la corrupción, que hace inútil cualquier esfuerzo económico y le roba a todos el pan de la boca. Hay que empezar por poner freno a la corrupción que nace del clientelismo y la burocratización impulsadas desde la Presidencia en este gobierno; y d) la protección de la vida y de los valores de familia, tan caros para la inmensa mayoría de colombianos y tan amenazados por el activismo “progresista” de unos pocos. ¡Colombia debe ser un país grande, justo, incluyente y de propietarios!

Por Rafael Nieto Loaiza

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