Como no agradecer al señor Presidente Iván Duque el prohibir el porte y consumo de la tal dosis mínima de maracachafa cuando eso era una alcahuetería para distribuir y meter marihuana públicamente y convertir a Colombia en el mayor productor de esa hierba maldita para la exportación y tener la facilidad de encontrarla en cualquier esquina a la par de la venta de chicle para destruir a nuestra juventud. Se metían marihuana en todas partes, en los parques, en las plazas, en todas las esquinas, frente a la iglesia y ya uno no podía ir a esos sitios porque con el humo salía trabao. Aquí en Valledupar era horroroso ver el espectáculo de jóvenes acabados, consumidos por esa droga con unas pintas estrafalarias que orgullosamente los identificaban como tal sin que ninguna autoridad pudiera hacer nada, yo dejé de ir a arreglar el carro donde Alfredo en el Kennedy, porque justamente al frente del prestigioso Colegio El Carmelo y al lado de la respetable Iglesia de El Carmen hay una cuadra sin pavimentar que da vergüenza ver convertida en un basurero donde botan mortecina y para rematar debajo de unos frondosos árboles que hay, docenas de marihuaneros escogieron ese sitio como el predilecto para fumar. Ojalá el señor Alcalde o su Secretario de Obras Públicas, ambos muy diligentes e interesados por el bienestar de la comunidad se echen una pasadita y vean que no es mentiras mías ni ganas de molestarle y procedan a su pavimentación y rehabilitación del lugar.
Otra cosita, como dice Beto Herazo, cómo haré para que llegue a oídos del Presidente Iván Duque a quien le oí decir aquí en el Auditorio Crispín Villazón de Armas con mucho énfasis que una de sus primeras decisiones, sino la primera como Presidente sería acabar con la temible lista Clinton colombiana del sector financiero, más claro: acabaría con la pena de muerte que ese sector tiene para lo que de un momento a otro, incumplimos nuestras obligaciones bancarias, reportándonos a una central inquisitoria, a una guillotina, que nos evita de por vida tener acceso a la red bancaria, a rehabilitarnos, que aún queriendo ellos para salvar su dinero ayudarnos, no lo pueden hacer porque serían sancionados por la Superintendencia en forma drástica.
Sé que por sus múltiples obligaciones y exceso de trabajo de pronto el señor Presidente no se haya acordado de lo prometido a los que nos encontramos sentenciados a muerte por la Asociación Bancaria o la Superintendencia respectiva, no sé cuál de las dos, y para ello voy a recomendar al ilustre Viceministro de Hacienda Doctor Luis Rodríguez Ospino para que se lo recuerde, al igual que retomar la enseñanza de la Cívica, Urbanidad e Historia al menos en la educación primaria. Ojalá que este ilustre pariente y paisano no me falle y en la primera vez que vea a nuestro Presidente le de este recado.
José Aponte Martínez