No sólo Colombia está sumida en el caos. El mundo, en conjunto, también lo está. Países como Rusia, Ucrania, Israel, Siria, Irán, China, Venezuela, Corea del Norte y territorios en los que se ubican Gaza y Cisjordania, son actualmente protagonistas permanentes de los titulares de prensa en todas partes. ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué estamos atravesando una etapa de tanto conflicto, de tantos problemas? ¿Qué es lo que ha cambiado?
La Guerra Fría nos acostumbró a que la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS-, los países de que conformaron la entonces Cortina de Hierro, Cuba y Estados Unidos, además de China con la revolución cultural de Mao, eran sobre los que giraban los conflictos de entonces. Ahora el panorama es tan pero tan diferente, empezando por que hoy varios de esos estados ya han desaparecido o han mutado. El mapa político actual es bien diferente al que mostraba el planeta a finales de la década de los 80. La URSS se desvencijó gracias a la Perestroika de Gorbachov, sus aliados naturales, que eran muchos, ganaron autonomía e independencia, China ha avanzado con transformaciones que le han permitido mantenerse comunista viviendo gracias al capitalismo, Cuba subsiste a pesar de la adversidad y los bloqueos y Estados Unidos está gobernado por un personaje que se muestra desubicado y perdido.
La situación actual se debe a una causa, muy sencilla por demás: la aparición en la política estadounidense de Barack Obama. Lamentable aparición, sobra decirlo. Veamos. Los Estados Unidos manejó los hilos de la geopolítica mundial por casi un siglo. Se apoderó hábilmente de instituciones como la ONU y por ende de las muchas entidades adscritas a ésta, el Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional, en fin, se apoderó de todo. Militarmente Estados Unidos continuó siendo la primera potencia mundial, marcaba la pauta en todo lo relacionado con las relaciones internacionales, no se le escapaba el más mínimo detalle. Inexplicablemente aparece Obama, quien había sido recientemente elegido senador federal -porque anteriormente sólo era senador estatal-, se perfila dentro del Partido Demócrata y llega a ser presidente. Dentro de esa filosofía mediocre que desarrolló en sus 2 gobiernos -de 8 años-, de retrasar el poder de su país para enfocarse en temas internos, lo único que generó fue la oportunidad de que otros ocuparan el espacio vacío y ahí empezó troya.
China creció exponencialmente y Rusia, que viene siendo gobernada por un orate desde hace casi 3 décadas, desplegaron su poder, tímido hasta entonces, y hoy los vemos disfrutando de posiciones muy influyentes e impensables hace años. Era lógico que el lugar abandonado por Obama sería asumido por otros, a la postre, enemigos históricos de su país. Ya sin Estados Unidos en la ecuación, vemos como el mundo está desarmándose por pedazos. Occidente, del que hacemos parte, está en la mira de muchos; Rusia invade Ucrania y hasta Venezuela incorpora territorio de Guyana sin que se oigan voces en contra y medidas como consecuencia. Y desde el 7 de octubre pasado, Hamás -grupo guerrillero de corte islamista- invade Israel, comete allí las peores vejaciones de las que tengamos noticia y se desata un conflicto enorme, con miles de muertos, que hoy involucra a Siria y a Irán de manera directa.
“Cuando el gato se va los ratones hacen fiesta”, dice un adagio popular que usamos mucho en Colombia. Pues eso es lo que ha pasado. Obama reculó, se llevó a Estados Unidos por las patas y las ratas aprovecharon la oportunidad. ¡Lindo! El único responsable de lo que sucede es Barack Obama, por eso mismo le dieron el Nóbel de Paz que lleva muchos años destacando a quienes precisamente no merecen ser destacados. Para no ir más lejos, recuerden que, a Juan Manuel Santos, sí, el mismo, el presidente que fue derrotado en las urnas por el NO, el que le torció el pescuezo a la democracia al firmar el mal llamado acuerdo de paz, el que nos tiene gobernados por un guerrillero, ¡se lo regalaron!
¡A marchar el domingo para rechazar todo lo relacionado con Petro!
Jorge Eduardo Ávila