Gobernar en la actualidad un país, un departamento, un distrito o un municipio, se vuelve cada día más difícil y en muchos casos casi que imposible. Elegidos los gobernantes no podrán cantar victoria, durante el mandato comienza su “calvario”, producto del lastre dejado por su antecesor: deudas, desprestigio, la “olla raspada”; aparecen los elefantes blancos.
Ganar las elecciones no es el sello de garantía a favor del futro mandatario. Se escucharán voces de insatisfacción, donde se piden plebiscitos, referéndum y hasta constituyente, mecanismos constitucionales de posibles soluciones.
Sería lo ideal dentro de la gobernabilidad, entendida esta como un estado de equilibrio entre el gobernante y las exigencias de la comunidad, tratando aquel de responder entre lo legítimo, justo y lo eficaz en la función de gobernar.
A las grandes potencias; también, se le está haciendo difícil gobernar; Vladimir Putin y Xi Jinping, dos presidentes de potencias mundiales, se inquietan por las protestas que se presentan en sus respectivos países, estas manifestaciones que aparecen con alguna periodicidad no desestabilizarán sus regímenes, aunque les preocupa poco.
¿Por qué no dan solución a las protestas? La verdad es que pueden responder a la protesta como actúan las dictaduras, arremetiendo y cercenando derechos; aparecerán nuevamente volviéndose una piedra en el zapato para estos gobiernos que están en la mira de los entes internacionales, protectores de los derechos humanos; algo que no les preocupa.
¿Será que nos acercaremos aquí, a manifestar que gobernar es solo ejercer esa función, mandar? Dentro del marco institucional y en determinado ámbito territorial, el gobernante no solo debe esmerarse por entregar lo justo, apenas lo necesario; este debe ingeniarse nuevos y mejores destinos para todos; algo más de lo que pretenden los protestantes que corresponden a la comunidad; diremos como una extra que satisfaga más, algo que esperarían; allí el gobernante mostrará benevolencia sin llegar a la debilidad, actuará con sabiduría.
El gobernante debe encontrar un comportamiento acorde de los organismos a su cargo encargados de manejar la economía y el sector público; también, debe lograr la intervención entre los actores que pertenecen a la sociedad civil, a la economía, al mercado y a los sectores sociales menos favorecidos; en sí, reducir dentro de sus posibilidades, cumpliendo las exigencias de los gobernados.
Estas funciones, entre otras bien logradas le permitirán un mejor grado de aceptabilidad y gobernabilidad, sorteando dificultades que las encontrará, brindando soluciones oportunas y no dilatando insatisfacciones tan marcadas; en otras palabras, saliendo al quite, anticiparse.
El ser humano no encontrará un equilibrio en su vida, querrá más siempre; apareciendo la insatisfacción y la protesta. Lo que sí es cierto es que nunca se podrá decir: “todo está bajo control”. En cualquier momento surgirá algo para controlar dentro del ejercicio de la gobernabilidad, que debe tener en mente el gobernante presto a actuar.