En la rueda de prensa del gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, quedaron algunas cosas claras. Que tendrá que desvirtuar con detalle, documentos, pruebas las acusaciones e indagaciones de los diputados y organismos de control, como la Procuraduría y la Contraloría General, sobre el manejo de mercados. Que llamar a los diputados de corruptos no es apropiado cuando ellos lo han acusado con pruebas serias en mano, y si así lo fueran, que no es el caso, no desvirtuaría el peso de los señalamientos. Tampoco el que se diga que Radio Guatapurí y su director Andrés Molina debe responder por el manejo de miles de millones que habría administrado la Fundación del Festival Vallenato – de la cual Molina no es directivo y si lo fuera no vendría al caso- no es razón para que se distraiga a la opinión interesada en que se absuelvan las inquietudes planteadas con el afán de que haya la mayor transparencia en la destinación de los sagrados dineros públicos.
El tema llegó al Washington Post, el segundo diario de los Estados Unidos y uno de los cinco más influyentes del mundo. Eso explicaría que el señor gobernador haya dado la cara a los medios, hecho que valoramos. Hubiera sido suficiente para salir a responder la mención que los medios locales han hecho del asunto.
Ahora bien, independientemente de cómo se define su situación por parte de las autoridades competentes, según el mérito de la causa, el gobernador está llamado a gobernar bien como lo propuso a su electorado y entendemos lo hace con todos los cesarenses, de cualquier preferencia electoral.
No bajar la guardia en el tema de la pandemia que demanda todas las energías, propias y de su equipo de gobierno, para contenerla y manejarla, en el territorio departamental en coordinación con los alcaldes y manteniendo la interlocución con la Nación. Y preparar la hoja de ruta de la etapa posterior; así como, la ejecución de su plan de desarrollo.
En ese orden lo notamos con confianza de que con la infraestructura médica se puede atender la pandemia y recordó que el Cesar tiene buena dotación de UCI y que se hace gestión para dotar de 48 unidades al Rosario Pumarejo, otras en Chiriguaná y las ya en marcha de Aguachica, fuera del aporte de la red privada.
Pero cuando se le hizo ver por los periodistas los retos de la pandemia y especialmente los sociales, dudó de si se adquirirían más mercados, y puso a la Nación como determinante de conjurar los graves efectos del coronavirus y casi que de la ejecución de su plan de desarrollo.
Aunque es correcto que el Gobierno departamental con sus municipios y congresistas busque los mayores presupuestos en el orden nacional, esa estrategia tiene sus limitaciones. Desde aquí se puede. El departamento cuenta con recursos de regalías y de fuentes propias que debe maximizar – que se pronostica no crecerán como se preveía a los niveles anteriores al virus – pero si se ejecutan con gran transparencia y austeridad buscando que el dinero rinda y apuntando a las necesidades fundamentales, evitando grandes estadios, centros culturales y parques, podrán darle un gran paso. Y reuniéndose y escuchando, con humildad, menos rigidez y sentido crítico, con nuestro apoyo, a los gremios, empresarios, universidad y organizaciones sociales.