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Globalización del derecho

A la altura de los años que avanzan ya casi nada nos prende. Pero ha sido especialmente grato y agudo hacer un recorrido de esto de la globalización y el derecho bajo la línea de pensamiento de suyo pragmático del profesor Carlos Ariel Sánchez Torres. Alejado de lenguaje abstruso en la materia, promueve aporte al pensamiento, al conocimiento y a la imaginación, frente a la levedad de los millenials para contextualizarlos.

En el punto de que se trata un recorrido desde 1811 (Constitución del Estado de Cundinamarca) hasta hoy (2016) hace ver no solo que todo está dicho (omnibus est) sino substancialmente que todo siempre deambula sobre lo mismo.

Esto último, así: una persona plural cuenta una anécdota a lo que hace eco un “Yo” con otra faceta de lo mismo, “Yo” que se va diluyendo sutilmente en un “El” para bruscamente volver hacer un “Yo”. Y el punto se visualiza gráficamente -en el examen de las cosas- cuando el médico asegura que la medicina fue primero y lo más importante de la creación. Dios -dice- tomó la costilla de Adán y creó la mujer para corregir su propia obra.

El arquitecto contesta: mucho antes de aquel evento el Señor creó los cielos y la tierra y dejó afuera el caos. Y advierte cuando usted empieza con caos y crea orden, es el papel del arquitecto. Enseguida el economista interroga: “Señores, ¿quien piensan que creó el caos?”.

Así las cosas, en el primer bloque de la disertación, Sánchez Torres (Carlos Ariel) recrea con inteligencia gélida, los momentos de crisis de los Estados y en ese cometido dibuja que Colombia siempre lo ha estado (en lo político, económico, social y legal) y con eso nada nuevo se descubre. Empero las cosas se complican con las normas jurídicas en la época intensa del capitalismo global porque el desafío del régimen legal para el Estado-Nación y las normas internacionales para la sociedad global todo lo compleja. He ahí el rompecabezas y el dilema.

En el segundo módulo de la exposición de historia que la guarda de la Constitución ha rotado por el Congreso, luego al Ejecutivo, después al poder Judicial. Una y otra vez, se combina, porque siempre procuran sobrepasar sus competencias, para no permitir que por esa vía penetren en el control del poder que alcanzan. Hoy estamos de nuevo así, ahora todos contra la Corte Constitucional (CC) que con enrarecidos integrantes de estas épocas no quieren perder omnipotencia.

A Uribe no le fue bien con la CC, ni con la Corte Suprema de Justicia, algo bien con la Sala Jurisdiccional-Disciplinaria (por aquello de la elección de sus miembros) del Consejo Superior de la Judicatura (CSJ). A Santos le ocurre lo mismo, la CC no le asiste en sus iniciativas, por ejemplo, inmisericordemente le desarticuló el acto legislativo que matizaba el equilibrio de poderes. El CSJ resurge de sus cenizas, pero queda extrañamente con una sola sala, la administrativa, pero pervive teóricamente el denominado Consejo Nacional de Disciplina Judicial.
Entonces las cosas siempre vuelven a su eje, por eso con esplendida sonrisa el profesor Carlos Ariel en el tema de la Paz hace admonición que todo ha de concluir en una Asamblea Constituyente que en la perspectiva de la Corte Constitucional, es el único escenario posible para reformular la Constitución, porque lo demás (plebiscito, referéndum, congreso etc.) implica sustitución de la carta.

En todo caso narrar que todo siempre ha sido igual en todos los tiempos y momentos, perpleja al Personero de Riohacha, Carlos Rangel, quien indica la necesidad de dilucidarlo aun en el mezquino cerco de una columna periodística y deja absorta a profesionales jóvenes como Ana María Rincón y raramente silentes a Jessica Storino. ¡Que Dios nos tenga de su mano!

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Hugo_Mendoza: