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Gestión y Liderazgo

Estructurar el liderazgo de un eficiente gobierno en lo local, regional y nacional, necesita gran dosis de civilidad, dignidad y moralidad, esencia y fundamento que impulse hacia la consecución de sanos y positivos propósitos y valores que denoten sentido social. Todo ello bajo una actuación coherente e integral que abarque el sentido de la oportunidad; solo así se obtiene un gobierno caracterizado por un tono ideológico, centrado en la ejecución de obras proactivas para el bienestar social. En esta columna pretendemos retratar el desempeño correcto de un buen dirigente a través de un perfil que tiene como provocador título ejecución de obras en el sentido más pragmático que la simple y difusa palabrería que se la lleva el viento sin resultados. El liderazgo de dirigentes, cualquiera sea su rol de desempeño que involucre lineamientos de temas trascendentales, bajo indicadores y principios que orienten una educación focalizada hacia la prosperidad que llame a la pertenencia para fomentar la presencia de actores relevantes, que contribuyan en forma integral al desarrollo social. Es indispensable favorecer el desarrollo coherente, equitativo y eficiente para promover la responsabilidad social, complementar, fortalecer y mejorar la problemática que se origina en el momento y circunstancias críticas a solucionar; para ello es menester crear un modelo funcional que defina metas y que responda a la gestión, dirección y administración de la misión que se percibe.

Bajo esta interpretación contextual, ilustramos los casos en materia de irregularidad que se originan en el país, donde un sinnúmero de gobernantes, guiados tal vez por el interés personal se lanzan de manera impetuosa en el ejercicio retorico alusivo al simple formulismo de anunciar, ofrecer inversiones en obras requeridas e indispensables, pero que carecen de un diagnóstico preciso y veraz que las materialice; lo más importante como el monto financiero para que las obras no queden inconclusas y que formen un monumento a la desidia, negligencia e incapacidad de nuestros dirigentes; esto es lo que llamamos la devaluación de expectativas falsas en este país, cuando la verdad es lograr metas y objetivos que tengan un norte definido, pero ello no sucede la mayoría de las veces. Se requiere una real gestión empresarial con auténticos procesos que estimulen la continuidad y culminación de obras: Si hay obras hay cambios.

En cumplimiento de esta temática es vital acabar con la ignorancia mayoritaria que suele reinar en el ámbito socio-económico de este país, antagónicamente a ello se debería estimular el sentimiento patriótico de lo nuestro para que por fin las obras de desarrollo social sean ejecutadas sin contratiempos y con resultados benéficos.

Se requiere abrir espacios de reflexión como un paso ineludible y consecuente que premie el compromiso, la trasparencia, responsabilidad de una gestión bajo un ejercicio firme y ajustado a la normatividad sin intereses oscuros que impliquen maniobras engañosas, soterradas, propias de la corrupción.
El buen líder siempre toma decisiones, debe estar dotado de elementos y herramientas necesarias para promover la promoción y el mejor uso de las tecnologías. El buen líder se fija objetivos de gestión, trabaja unido a alianzas que le propicien viabilizar el resultado de las acciones; tiene vocación de unidad y propósitos para enfrentar con éxito los grandes retos; tiene profunda convicción de compromisos, lidera, estudia y discute temas para poner en marcha propuestas proactivas, razona sobre avances y logros de gestión, es amante a la innovación como factor diferencial de iniciativas.
jairofrancos@hotmail.com

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Jairo Franco Salas: