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Génesis: ¿el principio o el fin?

Colombia se ha estremecido en muchas ocasiones por nefastas noticias que se han originado a raíz de violaciones y muerte de niñas y niños inocentes que son víctimas de dementes y depravados que bajo la sombra de la amistad, la familiaridad y en la mayoría de los casos amparados en la inocencia de los menores, perpetran estas macabras acciones dejando un dolor inmenso en una sociedad sumida en una crisis de moral. Las estadísticas son crueles y nos mueven a pensar y a preguntarnos ¿qué está pasando? Es incomprensible lo que está sucediendo. Cada día se conocen 48 agresiones sexuales contra niños en el país.

En un periodo de cinco años se han bloqueado más de ocho mil páginas web con material de abuso sexual contra menores. Y cada día se observan incrementos en los delitos, lo que nos lleva a determinar que las cifras hablan de una lejanía en la erradicación del delito, a pesar de que hay leyes que prohíben beneficios judiciales, como rebajas de penas o casa por cárcel para los responsables. Hoy después de tener penas hasta de 60 años de prisión, se siguen cometiendo crímenes atroces. Aquí en Valledupar está en la cárcel “Tramacúa” un famoso monstruo, el señor Garavito, que violó y asesinó de manera inmisericorde a más de 200 niños en un lapsus de siete años. Y fue condenado a 40 años… increíble. Viene a nuestra memoria la noticia en la que cuatro niños fueron asesinados en el Caquetá por ajustes de cuenta en un pleito de tierras que tenían sus padres y del cual ellos no tenían nada que ver.

En Arauca fueron asesinados cuatro niños, hijos de un humilde jornalero y asesinados por un subteniente del Ejército, violó la niña y luego la asesinó. En Chía, Cundinamarca, un bebé de once meses fue secuestrado y asesinado por su padre, condenado a 59 años. El arquitecto Rafael Uribe Noguera enlutó al país, violó y asesinó a la niña de 7 años Yuliana Andrea Samboní. También nos ocupa el siniestro de la niña Génesis. Triste caso que nos vuelve a enlutar. El confeso criminal, amigo de la familia, asesinó y luego quemó a una niña de nueve años. Todos los casos que anónimamente incrementan las cifras y más que cifras aumentan el luto y el dolor de todo un país. Ser niño en Colombia es muy peligroso, este anuncio lo portaba una hermosa niña ante los medios como una clara muestra que se necesita mayor protección para los niños. Pero más allá, no son penas ridículas y compromisos de protección para estos monstruos lo que se requiere. El clamor es general, como dijera Safady en su Pilocatura del sábado 6 de octubre, lo que merecen estos salvajes es “La pena de muerte”.

Sin tanta mojigatería, sin doble moral; si ellos no tienen compasión por los niños que violan y asesinan y además laceran el corazón de su familia, porqué habría de existir consideración para ellos. Insisto, la pena de muerte es la mejor opción para acabar con estos criminales. Es mi posición. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

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