La historia nos indica que a través de los años hemos necesitado de gente valiente, que se entregue de manera decidida y con osadía para lograr cambiar situaciones nefastas que en un punto crucial requerían de esa fuerza para lograr escribir páginas de gloria en los destinos de la historia misma. “General, salve usted la patria” fue el grito que Bolívar ante Juan José Rondón el mismo que le pidió dirigir las fuerzas patriotas ante una inminente derrota el 25 de julio de 1819 en la batalla del Pantano de Vargas.
Juan José Rondón hizo cambiar el rumbo de la batalla, obligando a las tropas realistas a huir a los Molinos de Bonza en Paipa. Cuentan los historiadores que esta ha sido una de las batallas más sangrientas y radical que se haya vivido en suelo colombiano durante la campaña libertadora, después de esta, el ejército de Bolívar llegó a Tunja el 4 de agosto, para que el día 7 de agosto de 1819 La Gran Colombia pudiera dar el grito de libertad.
Estar al borde de la derrota obligó al libertador a dar un paso al lado y permitir que otro general lograra sacar adelante una tarea que veía complicada. Así lo dicta la historia. Nuestro presente nos avisa que estamos al borde de un precipicio, que no hay salida aparente, pero Bolívar no está y en cambio tenemos un presidente atornillado en el poder y con ínfulas de ser la paloma de la paz; tampoco vislumbramos a un Rondón dispuesto a dar esa pelea. No hay dos fuerzas en contienda, aquí solamente vemos a un pueblo que lucha entre sí. Con hambre de poder. Dividido por dos corrientes oscuras que simulan ser los salvadores de la patria, pero que al final solo la vemos más polarizada y saqueada hasta el fin. ¿Quién grita hoy… general salve usted la patria? Quién pide dirigir el ejército para que le inyecte enjundia, intrepidez, pero sobre todo honestidad para sacar adelante la tarea. Así lo hizo Rondón en 1819, ¿Hoy quién lo hará? Revisemos nombres: será Petro, insípido y con nubarrones de duda que no logran convencer. Será acaso Vargas Lleras, quien representa la continuidad del camino que nos lleva al precipicio. Será Ordóñez, nefasto y oscuro. Claudia López, gritona y brabucona que se alimenta de odios y amores, depende cómo amanezca; Roy Barrera, nadie como él para camuflarse en los colores de su beneficio personal. Llamarle Camaleón a este sujeto es un irrespeto al animal. Sergio Fajardo, no alcanzo a recordar si fue buen alcalde de Medellín; Humberto De la Calle, la nube gris del acuerdo de paz lo persigue. Clara López, Robledo, María Lucía Ramírez, Mauricio Cárdenas, Juan Carlos Pinzón, Juan Fernando Cristo, Galán, soldados rasos que hoy quieren ser generales; Colombia les queda grande, sin duda alguna. Será acaso Piedad Córdoba… Rodrigo Londoño “Timochenko” y su cuadrilla del mal y muerte; la ambición de poder aún a costa del pueblo nos pone a temblar con solo pensar en ellos como un Rondón Salvador. Nos corresponde a nosotros, pueblo raso y determinante en la historia y en el futuro incierto, ser los llamados a cambiar la historia, necesitamos librar una batalla decisiva, “necesitamos salvar la patria” hay tanto por hacer. Sólo eso.
Por. Eduardo Santos Ortega Vergara