ENTRE OTRAS COSAS…
Por: Darío Arregocés
Se cumplieron sesenta y dos años de la desaparición de este líder espiritual, gestor de la independencia de la India del dominio británico. He querido rendir un homenaje a su memoria, recogiendo lo esencial de su pensamiento, que atrapados en su enclenque apariencia y baja estatura, contrastan con sus férreas convicciones ideológicas y una gigantesca dimensión espiritual. Gandhi fue un auténtico prohombre, caracterizado por una arrolladora personalidad y la congruencia a toda prueba, entre el discurso y su actuar político.
Armado únicamente de valor, se enfrenta al imperio Británico, en procura de la liberación de su pueblo, sumido a grandes penurias, producto de la explotación despiadada por parte de los ingleses. Su consigna: la no violencia (Sathyagraha), que invita a la acción, sustentada en la frase: “En este mundo no se ha hecho nunca nada que no se deba a la acción. Rechazó la expresión: “resistencia pasiva, porque no traduce por completo la realidad y podría verse en ella el arma de los débiles”. Y agrega: “No se puede permanecer pasivo ante las injusticias sociales”
La no violencia fue para Gandhi, más que una plataforma política, su piedra filosofal, su razón de ser y su dogma de fe.
A juicio de muchos que lo criticaron por considerar que romper el esquema implantado por la ley del “Ojo por ojo diente por diente”, es de cobardes. Gandhi responde con su acostumbrada erudición argumentando que el hombre es en parte racional y en parte bestia, se cree que hace lo correcto cuando a una agresión responde con otra, pero se olvida que la venganza no debe ser la norma, por el contrario es obligación restringirla y remata diciendo: “Solo el dominio de nuestros instintos mediante el amor puede sujetar la bestia que existe en nosotros”.
Gandhi rechazó toda forma de injusticia social; sin embargo, auscultando su pensamiento encuentro que para este abogado el mejor sistema económico y político es aquel que se fundamenta en los valores morales: “Es injusto todo orden económico que ignore o que desprecie los valores morales. El hecho de extender la ley de la no violencia al terreno de la economía significa nada menos que considerar los valores morales en la fijación de las reglas de comercio internacional”.
No obstante la intolerancia a sus ideales lo convirtieron en un mártir, que hoy recordamos, no como un intento fallido de transformación social sino como la semilla que dará fruto y fruto en abundancia. La frase de cierre es también de Gandhi: “La vida es una aspiración. Nos impulsa a buscar la protección con todas nuestras fuerzas. Nuestras debilidades y limitaciones no nos autorizan a rebajar ese ideal. El que liga su destino con la no violencia, ley del amor, ayuda a vencer las fuerzas de la destrucción y hace progresar las fuerzas de la vida y del amor. Por el contrario, quien solo sueña con la violencia, deja sueltas todas las energías maléficas que siembran la muerte y el odio”.
darioarregoces@hotmail.com