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¿Ganadería o perdería?

Al igual que en todo el país, la crisis del sector ganadero se ha venido acrecentando en el departamento del Cesar por diversos factores que afectan la rentabilidad de este importante renglón productivo de la región.

Sumada a las diversas situaciones de tipo estrictamente económicas, en el Cesar la inseguridad tiene asfixiados al gremio ganadero y por ello esta semana este se pronunció mediante comunicado público en el que les exige medidas urgentes a las autoridades competentes, en especial, frente a la falta de control a la venta ilegal de carne.

“La comercialización de estas carnes la realizan en condiciones normales en la ciudad de Valledupar y en las cabeceras municipales, sin ningún control policial, del Ejército y autoridades sanitarias pertinentes que permitan frenar estos delitos”, dice el comunicado de Fegacesar.

Contrario a lo que muchos pensarían, la actividad ganadera, con el paso del tiempo, ha venido descendiendo como ese negocio sólido y rentable de otras épocas. “Estamos pensando seriamente en cambiarle el nombre de ganadería por perdería”, se escuchó decir en una tertulia de ganaderos de Valledupar.

Conocedores del tema aseguran que las principales razones por las que este negocio ha venido perdiendo rentabilidad, además de la ilegalidad de la comercialización de la carne, son los altos costos de producción frente a los bajos precios de sus productos en el mercado nacional que no pueden competir con la industria internacional que sí cuenta con subsidios, mínimos aranceles y toda una variedad de condiciones muy favorables que se dan en otros países, eso les permite importar sus procesados a menor costo a Colombia.

Los precios de la leche y el queso son los mismos desde hace décadas (litro de leche a $1.000 y $1.200) mientras que los insumos y toda la logística requerida para su producción aumenta permanentemente sus costos. Y como si eso fuera poco, del total de leche producida al año en Colombia, cerca de unos 7.300 millones de litros, solo el 50 % de esa producción es procesada por la industria nacional debido a que el país está saturado por productos lácteos importados.

En el ámbito local no estamos frente a un tema de poca monta si se tiene en cuenta que, según el censo pecuario ICA 2023, el Cesar cuenta con 3.276 fincas productoras, caracterizadas por poseer entre 1 y 100 cabezas de ganado. Se estima que la población bovina del país se distribuye en 620.807 predios y alcanza un total de 29.642.539 animales.

Como se puede ver, es un sector productivo muy significativo, que implica grandes inversiones de capital, pero que no ha tenido dolientes en el alto gobierno para gestionar la implementación de medidas de salvaguarda de sus productos frente a la dura competencia que plantea el mercado libre internacional.

A todo eso se le adiciona un agravante más y es que siempre están altos los precios para el consumidor final nuestro y con tendencia a subir cada día más, lo cual deja a clara vista que en la relación productor-comercializador-procesador y consumidor muchas cosas están fallando.

Así las cosas, además de proteger la producción local y nacional ganadera, también se requiere ampliar su demanda mediante los programas institucionales que se brindan a través de entidades como el ICBF, el PAE, Policía Nacional, Ejército Nacional, INPEC, entre otros, entes con grandes públicos que requieren del consumo de todos los productos derivados de la ganadería. Pero, ante todo, urge la seguridad rural para que el traslado a las fincas y su producción dejen de ser un riesgo de alto grado.

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