En días pasados, mientras estaba sentado en el balcón de un quinto piso, leía algunas notas de prensa de García Márquez de la obra “Gabo periodista”, cuyo historial de redacciones y reportajes del autor fue recopilado y publicado gracias a la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. A veces, interrumpía la lectura y sin retomarla, me detenía en observar la ciudad medio dormida, los pocos transeúntes, las pálidas luces que sobrevivieron al apagón de sus dueños y en escuchar con atención el eco de la sirena de una ambulancia que se apresuraba en llegar a su destino, como si fuera perseguida en esos instantes, ante la presencia inesperada de la muerte por llevarse un paciente más al olvido.
De repente, como traído por el viento, fui abordado por un sentimiento de desolación, recordando que ha transcurrido uno de los años de ausencia de personajes que han sido vitales desde el ámbito de las letras. Lo que significa es que, muere un ciclo en el que figuraron importantes literatos, conjugados por una amistad memorable, como lo es Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez y su contemporáneo, Carlos Fuentes. Quienes fueron también partidarios e influyentes del Boom literario y a quienes les debemos el gran aporte a los procesos culturales que se promovieron y el enriquecimiento de nuestro castellano en la actualidad.
Seguía bebiendo el café, sintiendo el afán del tiempo por hacernos viejos y el marchitar de la vida. La noche era profunda y el silencio no tomaba posesión del entorno, a veces, este era interrumpido por los ladridos de los perros callejeros que parecían espantados por sus propias sombras, por la lamentación de mala vida de un mendigo que le negaron el pan del día y ahora, se arrastraba en la soledad de los andenes, por las pisadas de un transeúnte o el sonido distante de la nota de un acordeón que sólo puede escucharse habitualmente en Valledupar.
Pensaba en que, no hay nada más maravilloso que las dimensiones del arte y más precisamente las que nos provee la literatura, para así, alterar la realidad desde las invenciones, quizás inmortalizar la vida, detener el tiempo, perder la memoria, vivir en soledad, habitar en Macondo, construir otras realidades; como en las que habita Aureliano Buendía, Remedios la bella, la de Artemio Cruz y demás personajes que han tomado vida y personalidad y que se respiran en la atmósfera de sus relatos. Sin embargo, conservamos ese legado, esperando con deseo en que pueda ser aprovechado e inspirado por quienes sienten placer al leer y escribir.
Promotor de Lectura y Escritura – RNBP – Biblioteca Guillermo Orozco
Por Bayron Araújo Campo