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Fuimos fabricados con el mismo material de las estrellas

Desde mí cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro

“Para comenzar el año nuevo permaneceré al acecho en la oscuridad hasta ver la reposición de la Creación que es cada aurora, para renovar mi casa mental”.
Yastao

Para las fiestas, los humanos recurrimos a expresiones creativas resonantes: música, canto, color y forma.
Los cultos religiosos movilizan la energía social; el advenimiento de los grandes avatares: Buda, Cristo, Quetzlcoatl; se concretan para mantener vivo el recuerdo evolutivo superior. La condición mítica es necesaria por que se construye a través de la experiencia, un sacramento, o algún ritual que afirma el vínculo con las fuerzas superiores, las fuerzas de la luz.
La mente histórica usa la experiencia como información que determina los objetivos prácticos de confort del ser humano. En el extremo de la historia en el cual nos encontramos hoy, la naturaleza es puesta a competir con Internet, entonces… no podemos lograr que permanezcan  en la granja habiendo visto París.
Los campesinos puros son de condición mítica, la resonancia psíquica entre organismo y energía radiante es directa y proporciona alimentación primaria y realidad primaria. La experiencia de los sentidos: ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo; no sólo es primaria sino que está acoplada con sutilezas que transmiten información y a la vez expanden el deleite. En esta condición, la necedad de inducciones artificiales de placer, se convierte en un obstáculo para la conservación de la pureza irrestricta de la experiencia sensorial.
En contraste, la historia y la condición histórica, representan la capacidad contra rotatoria para que el ADN lleve artificialmente su potencial a un máximo en relación de la totalidad del cuerpo en el cual habita. Esto propicia la creación de la tecnología –extensiones artificiales de los órganos de los sentidos- a fin de facilitar la conclusión del circuito de ADN en mayores dimensiones.
No es fácil romper los circuitos de dependencia artificial, y la inmersión de un individuo en ellos define el comportamiento neurótico, adictivo; la inmersión de un organismo colectivo en ellos define la parálisis de paradigmas. La tensión se debe a las contradicciones internas de un espécimen atado a sus creencias; dominado por un clero blanco, masculino, que defiende su ‘objetividad’ a través de los juegos del poder político planetario.
Los cultos religiosos o populares movilizan la energía, y si consideramos que energía es información –las grandes corrientes de radiación cósmica que se vierten en el campo planetario representan variedades de información codificada dentro del banco de memoria del planeta.
Esta energía puede ser liberada a través de actos creativos de consonancia mística, ritual y estática; el poder  que originan tales actos de consonancia: el poder de la poesía, la danza o la música, es literalmente el mismo que da vida a los fenómenos celestiales como los arco iris. Estamos tejidos con la materia de las estrellas.
yastao2@hotmail.com

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