Por Leonardo José Maya
Han crecido flores nuevas en los puentes que han tendido nuestras miraditas, por ahí se entraron las camelias y también el amor. Ya nada podemos hacer, han crecido demasiado, es imposible escapar. El amor está adentro.
Felipe Tascón estuvo preso durante la última dictadura, era retratista y lo condenaron por escribir consignas callejeras contra el estado de sitio, su arte lo llevó a la cárcel y con su arte evadía el acecho constante de sus carceleros.
A la mañana temprano iniciaba sus faenes de escape a plena luz del día, se dibujaba a si mismo paseando tranquilamente por la ciudad, disfrutando un helado de vainilla, en ocasiones con mujeres elegantes y refinadas, eso sí, siempre supo ocultar su rostro con gorras, anteojos oscuros, a veces se escondía bajo un falso bigote y en ocasiones ocultaba el color de sus ojos con lentes de contacto.
Sus barbudos compañeros de celda sabían de sus escapes que a veces duraban todo el día, por eso le propusieron que organizara una fuga masiva para la celebración de los cien años de existencia del penal llamado La fantasía.
Dibujó cuatro poderosas Harley Davidson con suficiente combustible para cruzar la frontera, él y sus compañeros de celda lucían recién afeitados, todos vestidos con jeans desteñidos, chaquetas de cuero y botas tejanas.
Con una pañoleta oscura ocultaba su incipiente calvicie, además tuvo la precaución de usar guantes de cuero por aquello de las huellas dactilares.
El día de la celebración hubo bazares y ventas de artículos confeccionados por los reclusos. El Ministro de la Defensa, por cierto muy aficionado a las motos, asistió en compañía del alto mando y adquirió el cuadro.
Fue un plan muy audaz. Salieron por la puerta principal, de la mano del ministro, sin dejar rastros y nunca más se supo de ellos.
Dos derrotas
Quédate, le dije dolido. No puedo, me dijo llorando y se alejó despacio, sin ganas, como ausente de este mundo, prometió no extrañarme y yo prometí no recordarla nunca jamás.
La vi alejarse con pasos muy torpes y la mirada prendida de mí, entonces callaron los violines, lo que me quedaba de cielo se tornó gris y reinó el silencio, sentí miedo, quizás el mismo que sienten los guerreros ante el silencio que precede a las batallas, ellos enfrentan dos opciones opuestas: la derrota o la victoria, yo enfrento también dos opciones pero similares y contradictorias: la primera derrota fue cuando partió y la segunda es que acabo de romper la promesa que le hice hace apenas unos minutos…