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Fuego amigo

Por Luis Augusto González Pimienta

Rompo la tradición de escribir los lunes santos sobre nuestro patrono el Ecce Homo. Esa fractura de la costumbre anual se hace más ostensible con el título de la columna,que suena desapacible. Ruego a mis escasos lectores un poco de condescendencia con estapostura que solo se explica por un ejercicio de purificación de entuertos, como una catarsis por lassempiternas correcciones gramaticales que le hacen a mis escritos desde que comencé en el oficio hace más de quince años.

Como dijo un sabio, comienzo por el principio. En la jerga militar se denomina fuego amigo a los disparos provenientes del propio bando. Ocurre con frecuencia por insuficiente identificación, circunstancias de nocturnidad o nerviosismo de la soldadesca. Ese fuego amigo o fuego aliado produce tribulación y desánimo entre las huestes.

Y sí, tribulación y desánimo me producen las modificaciones que le hacen a lo que escribo con rigorismo idiomáticorayano en la obcecación, siguiendo los dictados de la Real Academia Española. Repito que desde que comencé con la columna me ha tocado lidiar con correctores de toda laya, que como dicen los muchachos “me la montan”, porque en cambio veo pasar garrafales errores en otros escritos y nadie los corrige. Por ejemplo, hace poco a un columnista que suena incluso como candidato presidencial se le deslizó la palabra “sinícamente” y nadie tuvo el pudor de cambiarle la s por c. ¿O acaso fue obra del corrector?

Vamos al grano. En mi última columna, en donde hice un parangón entre los días que se tomaron en Roma para elegir al sucesor de Benedicto XVI y los que llevan en Caracas para reemplazar a Chávez, escribí cuatro veces la palabra papa en minúscula como lo ordena la ortografía española. Tres de ellas me la cambiaron por mayúscula y una me le dejaron igual. Esa una, salvó la patria.

Por cuenta de la incorrección gramatical procedente de fuego aliado me veo precisado a repetir lo que dije hace menos de un año en una columna que titulé “Uso y abuso de las mayúsculas”. Ahí va, y perdonen el ladrillo.

Los títulos y cargos se escriben con minúscula inicial por su condición de nombres comunes: El rey no gobierna. El papa es la máxima autoridad del catolicismo. El presidente de la república viajará a Valledupar. El embajador de Francia homenajeó al procurador y a la contralora, con la presencia del general Martínez y el cardenal Salazar. En nuestro caso papa es un nombre común, tanto que van 266, y por eso se escribe con minúscula.Eso lo dice la ortografía española de 1999, reiterada por la nueva de 2010.

En cambio nadie corrige a los escritores que incurren en el yerro de poner en mayúscula los gentilicios. Está mal escribir Bogotano, Sincelejano, Villanuevero, con mayúscula inicial. Todos van en minúscula, al igual que las profesiones, abogado, ingeniero, médico, periodista y las fórmulas de tratamiento como usted, excelencia, majestad, magistrado, monseñor, don, doña, doctor, salvo en las abreviaturas: Sr, Dr, Ud.

Aquí termino, pidiéndole al Ecce Homo bendito que se apiade de mí por las cargas de profundidad que me puedan lanzar los afectados con esta nota. Total, es fuego amigo.

 

 

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