He tirado taco en billar, por espacio de 70 años, que no es poquito y por ello y por haber sido campeón de carambola libre el Club Valledupar adelantó un campeonato con mi nombre y me tocó la parte pesada: me enfrenté al legendario pero vigente Alfonso Calderón, el famoso Poncho, el Rey del Rey de Los Bares, lo vencí pulso a pulso, carambola a carambola y quedó tendido cuan largo es, cara a cara recibí al Tigre de Ayapel o El León de la Sabana, Alfonso Márquez, quien andaba convencido que me iba a moler y en un duelo donde las espadas eran los tacos lo dejé herido de muerte. Dice él que se dejó ganar porque me vio muy pálido, pero era que él no se veía al espejo y a mí no me gusta perder, juego para ganar, como lo hace todo mundo, y el que diga lo contrario echa mentiras y vino la gran final, nada menos y nada más que con quien clasificaba fijo, porque es el mejor, mejor billarista aclaro, el veterano, corrido y probado Manolo Valdés una institución del billar aquí y en la Patagonia. El silencio era absoluto, salió y me hizo tres, ya me jodió pensé, pero taqué y se la repetí y ahí comenzó un terrible mano a mano, dos él dos yo, tres yo, tres él y un cuido extremo, el que le diera la patica se fregaba y me fregué yo, pues salí convencido que íbamos a hacer 25 carambolas, como todos los partidos anteriores y llegué primero a la meta y cuando me sentí ganador, supe que el partido era a 30 carambolas por ser la final, me desplomé, me desinflé, me dio un yeyo, un no sé qué me invadió el pesimismo y la desidia, me esguarrulé, característica muy frecuente en mí cuando juego y de la cual dice Rodolfo Castilla “4 Codos”, hábil y ese sin ganador, a quien estimo mucho y deseo su pronta recuperación, que es mi gran defecto y me dije: perdí, y perdí porque jugué a forro, es decir, como sea, a lo que salga una carambola que estaba muy buena, difícil y le pague al tigre que estaba al acecho y cosas del deporte, el gran campeón me acabó con dos forros o vainas del tamaño de un elefante, pero fue un gran vencedor y yo fui un digno contendor y por eso me enorgullece como muy pocas veces el haber quedado de subcampeón, porque Dios sabe lo que hace, si gano de pronto a Manolo le da un infarto, pero de que así con 80 encima le di que hacer, cuando él, Poncho, Márquez y otros estaban convencidos que me iban a pulverizar.
En la lona quedaron tendidos caracolíes como Tico Aponte, David Estrada, Alfonso Márquez, Poncho Calderón, Jaime Céspedes y Franco Solano y ceibas como Orlando Ustariz, Héctor Ibarra, Hilario Añez y Oscar Tom y humildes cañaguates como el Pita Pantoja y Hugo Mendoza, al pódium subimos Manolo Valdés (Oro), yo (Plata), Rolando Aponte (Platino) y El Cheja Orozco (Bronce).
Felicitaciones a los directivos, Oscar Cuello y Rodrigo Morón, del Club Valledupar y Luis Chaparro de la Academia Mundial de Billar por patrocinar esta clase de eventos que contribuyen al desarrollo del billar como deporte y no como sinónimo de ron , apuestas y mujeres buenas y fáciles.
Por José Aponte Martínez