Dos sucesos aislados -casi simultáneos- ocurridos en Valledupar, generaron pánico en sus pobladores, que por fortuna no fue mayor; sin embargo, al respecto escribo el siguiente comentario, con el propósito de que reflexionemos sobre cómo estamos actuando los vallenatos o valduparenses, para no desairar a quienes prefieren este gentilicio.
El martes pasado, 19 ancianos de los asilados en la Casa del Abuelo de las hermanitas de los pobres, después de ingerir el tinto mañanero presentaron síntomas de intoxicación y a una anciana octogenaria la encontraron muerta en el baño, lo que hace presumir que falleció por la misma ingestión. Imagínense el alboroto que se formó con el traslado de los intoxicados a las clínicas en ambulancias con sirenas encendidas traspasando a los vehículos en sus trayectos.
En la clínica donde llevaron a la mayoría de estos ancianos estaban hospitalizados 16 soldados del Batallón de Ingenieros, por una infección en investigación, dos de ellos fallecieron, uno, dos días antes y otro en la mañana que ingresaron a los abuelos intoxicados. Y alguien envió por alguna de las redes sociales, el mensaje que el agua del acueducto de Valledupar estaba contaminada, un funcionario insensato corrió a advertir a la población por las emisoras, de abstenerse en consumir agua del acueducto mientras se aclaraba el aviso de las redes, y en seguida por estas emisoras radiaron el avance informativo de última hora, que ya habían muerto seis personas por envenenamiento del agua del acueducto de Valledupar. ¡Habrase visto tanta irresponsabilidad!
A las 7:00 a.m. del pasado martes, cuando comenzó a divulgarse la monstruosa noticia, ¿Cuánta gente ya había consumido agua del acueducto?, menos mal que otras autoridades locales, especialmente el gerente de Emdupar, Armando Cuello Daza, manejó muy bien tan aberrante situación, si no el pánico hubiera sido mayor y, por ende, con consecuencias catastróficas. Mis aplausos al señor alcalde ‘Tuto’ Uhía y al personero municipal Alfonso Campo Martínez, quien lo acompañó es su oportuna aclaración que acabó la emergencia desatada por una falsa alarma.
El abastecimiento masivo de agua purificada que se vende en las diferentes tiendas, los padres y madres de familia corriendo por sus hijos en los albergues infantiles y colegios, el cierre de los controles del agua en los colegios para evitar el consumo de agua por los niños y empleados, fue señal de miedo colectivo ante la alarma apocalíptica.
Todos los funcionarios de la administración pública deben ser, no solo diligentes sino prudentes en sus actuaciones, las redes sociales son excelentes medios de comunicación si son utilizados para transmitir buena información, lo contrario es provocar confusión y desgracias.
En fin, el periodismo es una maravillosa profesión que la menoscaban los periodistas que andan detrás de las chivas noticiosas sin verificación.