Por Miguel Ángel Castilla Camargo
miguelcastillac@hotmail.com
Lean completo el artículo para evitar una tragedia antes de la hora señalada.
-Lo escrito, escrito está –decía en un grueso tablón de roble en letras diluidas por la sal.
En la penúltima especulación del hombre, en los árboles desmembrados se encontraron mensajes apocalípticos que reconfirmaban aquel siniestro, y en las grietas dejadas en el suelo hallaron ramas de olivo que para algunos anunciaban buenas nuevas y para otros la desaparición de la especie humana.
-Ay de los moradores de la tierra y del mar, porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo –dijeron desde la penumbra.
Las casas apiladas, solitarias, algunas humeantes y otras ahogadas, mostraban un ambiente tétrico. Una ráfaga de fuego corrió de norte a sur a gran velocidad; el cielo dejó caer las estrellas como aerolitos que al hacer contacto con el mar desbordó sus aguas hasta quedar casi vacío.
Mañana a esta misma hora, todo será desolación. Las ambiciones humanas serán basura y nada tendrá nombre. Los que ayer reían, ahora harán parte de la enorme pila de cadáveres que los animales despreciarán. Ya sus carnes y sus efluvios no pasarán de ser el pueril deseo desimplescoleccionistas.
Hasta El Vaticano y los servicios meteorológicos del mundo, dieron su veredicto y descalificaron cualquier profecía, desconociendo hasta última hora que existían un segundo y un tercer cielo. Ahora que ya los pueden observar con claridad, ven que un inminente alineamiento de los planetas ha comenzado a darse.
Hay gente que construyó subterráneos y guardó todo tipo de comidas enlatadas para soportar hasta seis meses. Personalmente, me equipé con una linterna, un par de latas de atún y dos tanques de agua. Espero con gusto que el Banco donde tengo un préstamo vaya el 22 a cobrarme.
Hoy que todavía podemos reír y cantar, hagámoslo, porque pasado mañana los gusanos se reirán de nosotros. Las premoniciones ambientales de ayer, que coincidían con la clausura de un periodo Maya, enseñó la hora de partir. Disfruta la sonrisa detus hijos porque ya no las verás más. Visita a tus padres y toma sus manos para que te lleves ese calor que tanto te ayudó a sobrellevar la vida. No guardes, no consignes, no pagues. Ve corre y dile, aunque es tarde, que los amas y dale las gracias porque estuvieron siempre contigo.
Tal vez cuando lean este artículo será tarde para perdonar, escuchar, tolerar y amar.
La fuerza de la naturalezaviene en camino y el Servicio Geológico de los Estados Unidos ya comenzó a colapsar.Los edificios ahora se ven inermes, adornados por la discordia. Esta noche, la lluvia incesante desbordará los límites y su fuerza hará crujir la tierra. Las paredes de las casas se resquebrajarán, y las bisagras de las puertas volarán hechas trizas. Los dispositivos metálicos y los marcapasos claudicarán frente al magnetismo terráqueo. Los aviones volarán sin rumbo fijo y caerán en el limbo celestial.
Hace un año, como si no fuera suficiente, encontré un texto que decía, “el 21 de diciembre a las 6 p.m., hora en que termina y comienza un nuevo día en Judea, será un día de penumbra, de flores ahogadas hasta los pistilos, los rostros lucirán pálidos, y los rumiantes volaran como cometas; las olas vendrán más espumosas que de costumbre con su salitre blancuzco; los peces doblarán esfuerzos para no ser sacados del mar; algunos barcos pesqueros llegarán partidos como hostias de parroquia pobre, y las aves, temerosas, pernoctarán en los bolsillos de las guayaberas de los abuelos”.
Por ahora podemos estar tranquilos, porque no decía el año del gran final. Menos mal que es un monologo de ensayo para minimizar la andanada de vaticinios que por estos días mantienen a la humanidad alterada.