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Fin de los plásticos de un solo uso

Ahora que acaban de prohibirse por parte del gobierno algunos de los plásticos de un solo uso, llama la atención escuchar con frecuencia una pregunta: ¿ahora en qué nos despacharán las compras? La respuesta puede ser simple, pero la pregunta deja el interrogante de hasta qué punto se hace indispensable un artículo inventado como algo práctico, pero que generó montañas de basura y contaminación hasta en el último rincón del planeta. Entonces, los que vivimos el antes y el durante, rememoramos cómo se hacían las compras antes de los 80 y hallamos varias cosas interesantes.

En primer lugar, el problema del empaque no era de quien vendía, si no de quien compraba, es decir, el comprador llevaba la mochila, la olla o lo que se requiriera para empacar sus compras, lo cual no era muy práctico, pero resultaba muy amigable con el medio ambiente.  El tendero o quien vendía, usaba bolsas de papel para una libra o un kilo y en la misma bolsa hacía la suma de las compras.  Los envases plásticos para bebidas gaseosas y agua prácticamente no se usaban, haciendo mayor uso del vidrio y del papel, principalmente.  El queso y la carne se empacaba en pliego de papel, para comprar la leche se llevaba la botella de vidrio, la jarra u olla de aluminio, al menos en Valledupar, donde aún se vendía leche a granel, en las ciudades más modernas se vendía en botellas de vidrio. Por otra parte, el uso de vasos, platos y cubiertos desechables era muy incipiente, evitando la contaminación a gran escala.  

Ahora nos parece impensable un comercio sin bolsas y otros productos plásticos.  ¿Qué sucedería si se prohibiera totalmente el uso de plástico? Ningún país lo ha hecho hasta el momento ya que en la práctica es casi imposible hacerlo, debido a que es la materia prima de casi todo lo que usamos: muebles, elementos de construcción, juguetes, partes de televisores, computadores, ventiladores, vehículos, envases de todo tipo, desechables, etc.  La población menor de 35 años creció con los plásticos y derivados del petróleo como parte de su entorno y lo asimiló como algo normal.  Prescindir de la comodidad y economía que aportan estas materias primas es imposible de un día para otro y lo primero que se requiere es voluntad política mundial para hacerlo y eso, por ahora, es impensable.  Se requiere también mucha creatividad para buscar alternativas que devuelvan la comodidad sin perjuicio del medio ambiente.

La medida de prohibir los plásticos de un solo uso es coherente con la realidad actual y corrige algo que debió hacerse hace años.  Hay que reconocer que hay una industria que mueve billones de pesos al año, que genera empleo, comercio y aporta a la economía nacional, pero igualmente hay que esperar un reacomodamiento de la industria, que seguramente se orientará a productos fabricados con materias primas de origen vegetal o al menos más duraderas y de menor impacto ambiental.  

Al ver la cantidad de productos semidesechables fabricados con madera, pienso que también este sector se podría intervenir para mitigar en parte la tala de árboles de caracolí, algarrobillo y otros en la región y en el país.  Por ejemplo, si se regulara el uso de fondos para cama, palos para escoba y traperos, tablas para construcción, el uso de leña y carbón vegetal y otros productos de corta duración, disminuiría la tala de los árboles en el campo.

El hábito de salir de compras con una bolsa grande de mediana o larga duración será una realidad a la que nos acostumbraremos, teniendo la satisfacción de que así contribuimos a sostener nuestro planeta.

Por: Azarael Carrillo Ríos.

Categories: Columnista
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