Desde el 20 de diciembre de 2024 al 10 de enero de 2025 inició y finaliza la vacancia judicial en todo el país, es decir, las vacaciones colectivas de los servidores públicos vinculados a la rama judicial del poder (Juzgados, tribunales, Fiscalía). Es el reconocimiento o derecho que les asiste a los empleados públicos que, a lo largo del año, representan la dignidad propia de ejercer la administración de justicia.
O sea, ¿durante ese periodo de tiempo existe impunidad total? No, resulta importante precisar que, durante el periodo de vacancia judicial colectiva, siguen en función del servicio público de la justicia los juzgados penales municipales, tanto en función de control de garantías, como los que detentan la función de conocimiento, así mismo las fiscalías URI.
Resultando los primeros, aquellos despachos judiciales encargados de adelantar las solicitudes de legalización del procedimiento de captura, imputaciones y medidas de aseguramiento, elevadas por las fiscalías URI durante la vacancia judicial. Esto sin dejar de mencionar que la policía judicial –CTI y SIJIN-, bajo la dirección y coordinación de las fiscalías URI, continúan prestando sus servicios durante los actos urgentes derivados de las conductas delictivas que, infortunadamente, se presentan durante ese periodo del año en nuestro territorio nacional.
Y digo infortunadamente, pues, durante este periodo del año, los crímenes no tienen vacaciones. Los hurtos calificados y bajo circunstancias de agravación, como por ejemplo el materializado hoy 30 de diciembre de 2024 al banco Davivienda en el centro comercial Mayales; o los homicidios en concurso heterogéneo con porte ilegal de armas bajo modalidad dolosa del que fueron víctimas ayer 29 de diciembre de 2024 la familia Lora Rincón (QEPD) en el municipio de Aguachica, entre otros casos de la vida real que transgreden el orden público dentro de este periplo del año, el cual, paradójicamente, es el último espacio del año que nos invita a la reflexión, la unión, la paz, la transformación, propia de la ilusión que genera la víspera de 2025.
Es ahí donde debemos preguntarnos, ¿por qué, en un país azotado por la violencia y la intolerancia a lo largo de su historia republicana, ni en este periodo del año se anula, se vuelve estéril o entran en “vacancia colectiva” los crímenes?
Ojo aquí, no es animar o invitar a matarnos y cometer delitos durante 11 meses y, durante diciembre, hacer un “alto al fuego”, no. Más allá de las teorías propias de la sociología, la psicología o la criminología que nos permitan intentar resolver esta durísima pregunta, es nuestro deber iniciar una mirada profunda que nos permita hallar las soluciones reales a esa tendencia que les hace creer a los autores y/o participes de conductas delictivas que, solo a través del crimen, se superan las necesidades sociales y económicas propias de la vida en comunidad.
Aunque a veces creamos que nuestra sociedad no tiene arreglo, o que en nuestra sociedad reina el pensamiento del crimen “paga”, en época del nacimiento de Jesús, quien también fue víctima de variados delitos o crímenes, nos debe inspirar y motivar a desechar esos pensamientos, para luchar, cada uno de su respectivo rol, en la búsqueda de una sociedad justa, con oportunidades, equidad y mucha fraternidad, en donde la diversidad de pensamientos, colores, filosofías de vida, culturas, no sean elementos de destrucción, sino insumos necesarios en la construcción de un real y efectivo Estado Social de Derecho, que mande de vacancia y al olvido los más atroces crímenes. Esos que solo dejan llanto, sangre de inocentes, niños huérfanos y generaciones llenas de resentimiento y deseos de venganza.
Quiero aprovechar este nuevo año para remitir buena vibra y deseos de prosperidad continua a toda la familia El Pilón; a los gobernantes de nuestro departamento del Cesar; a los miembros de la fuerza pública; a los representantes del sistema judicial; a todas esas familias que viven estas fechas con dolor por la pérdida de integrantes de su agremiación familiar o tienen injustamente privado de la libertad a algún ser cercano, a todos los condenados que, desde las cárceles, asumen un verdadero proceso de resocialización y, por supuesto, a todos esos lectores y amigos que engrandecen nuestras columnas, porque estoy convencido que 2025 será un año de hermosos retos y noticias que nos harán crecer como personas y, quizás lo más importante, como sociedad.
Por Kevin Claro