Continuación. En la columna anterior desbrozamos el camino, hacia los posibles diferentes liberalismos y ahora llegamos a la noción de Estado, cuyo gobierno dirige a una nación determinada.
Thomas Hobbes, John Locke y Juan Jacobo Rousseau, David Hume, parten de la base de que el Estado surgió de un contrato social convenido entre las primeras comunidades humanas.
En este caso, es claro que los hombres tienen una obligación moral de respetar sus preceptos acordados, pero si el origen fuese un acto de violencia, no existiría dicha obligación, o por lo menos ella tendría un soporte débil.
¿Cómo ha de ser el Estado? ¿Ha de ser un Estado liberal como lo proclamaba John Locke, o ha de ser un Estado autoritario, como lo concebía su paisano Thomas Hobbes en su famoso libro El Leviatán, en razón de que hay que obligar a sus súbditos a la solidaridad como quiera que voluntariamente no es practicable?.
En este punto hay que tocar un tema adjunto al político, que es la consideración ética.
Alcanzada la modernidad, pero no plenamente, los teorizantes al respecto consideraban que la ética de un Estado debía basarse en el desarrollo de las virtudes de sus habitantes, a la manera de los estados de la Grecia clásica, es decir, amor a la valentía (fortaleza), templanza, prudencia y justicia, muy especialmente ésta última.
Pero en los tiempos más actuales surge otro tipo de ética, que se puede observar bajo dos aspectos, a fin de establecer si una acción es buena o mala. Una primera visión basada en el derecho, y otra visión fundada en las consecuencias, esto es, conforme a la mayor o menor utilidad o beneficio, obtenido por la mayor o menor número de personas afectadas. En este último aspecto podemos hablar de una ética cuantitativa, en la que se considera la ecuación costo-beneficio.
Como una ética fundada en el derecho se coloca como ejemplo, la definición propuesta por Thomas Jefferson en la declaración de independencia de Filadelfia de los Estados Unidos en 1.776: todos los seres humanos han sido creados con sus derechos especiales, individuales, fundados en la naturaleza humana, por lo tanto esos derechos deben ser respetados.
Otro enfoque de liberalismo, tomado como una unidad, es el de atender al racionalismo sobre las cosas y no al evolucionismo de los acontecimientos. Con el primero se casa el filósofo Descartes, al paso que el segundo encuentra su inspiración en el investigador Charles Darwin.
Así, podemos considerar que el desarrollo de la sociedad según el pensamiento liberal es consecuencia de la mente pensante con un elevado grado de racionalidad capaz de crear un orden de desarrollo de la sociedad y no el fruto de una evolución natural, sobre el cual el hombre no tiene mucho control.
Por Rodrigo López Barros-rodrigolopezbarros@hotmail.com