Las bodas de oro. La consolidación de un proyecto que nació para divulgar, promover y preservar la cultura popular de una región. El sueño cumplido de Consuelo Araujo Noguera, Alfonso López Michelsen y Rafael Escalona. Son algunas de las expresiones que pueden significar los 50 años del Festival Vallenato, “el evento más popular y reconocido de la música vallenata en Colombia”.
Pero no son unas bodas de oro cualquiera. Es la versión Rey de Reyes, la cuarta que se hace en el marco del Festival de la Leyenda Vallenata, en la cual se reúne lo mejor de lo mejor en el mundo vallenato para competir por la corona Rey de Reyes en las categorías de acordeonero profesional, canción inédita y piqueria.
Poner en evidencia la importancia que tiene este certamen para el mundo folclórico y musical es un deber social de todos los seguidores y amantes del vallenato. EL PILÓN hace un reconocimiento a ese recorrido victorioso que durante medio siglo ha realizado el vallenato, reafirmando la importancia que la cultura musical tiene no solo para el Valle del Cacique Upar, sino para Colombia, porque este país tiene como distintivo musical a la música vallenata.
Los concursos del Festival Vallenato, a lo largo de 50 años, han labrado el camino y han hecho crecer a este evento, convirtiéndolo en la plataforma que permite dimensionar a nuestros artistas, desde que inician en la categoría infantil hasta llegar a ser profesionales. Desde el año 1968 cuando los músicos eran empíricos, cuyo único elemento fundamental era la pasión por la música de acordeón, hasta llegar a los músicos académicos, que tienen maestros que los enseñan, son innumerables las luminarias musicales que han ido mucho más allá, traspasando fronteras y haciendo que el edificio del vallenato sea más sólido.
Todos los concursos tienen una singular importancia en este proceso de crecimiento del Festival Vallenato, sin embargo, hay que ponerle mucho cuidado a la categoría Infantil porque ellos cimentarán el futuro de este festival, así como incentivar el guión de los compositores, esperando que la música tradicional no pierda sus raíces vivenciales, para que puedan hacer creaciones con elementos citadinos, aun hablando de asteroides si quieren, pero con vivencias que logren al final canciones que le den fuerza a ese arraigo popular, mostrando la cotidianidad, que fue la que hizo que los clásicos del vallenato trasciendan hasta hoy.
La proyección y la resonancia en el ámbito continental de nuestra música vallenata tiene que ver mucho con Gabriel García Márquez, quien desde sus primeras columnas de opinión comenzó a mostrar y a motivar el interés de esta música en el Caribe colombiano y posteriormente en el mundo, cuando como Premio Nobel dio a conocer un vallenato de 350 páginas en su obra cumbre ‘Cien años de soledad’.
El Festival Vallenato es un árbol que está bien enraizado en el solar nativo que es Valledupar. Con toda la atención y los cuidados que la Unesco ha puesto en el folclor vallenato –al declararlo Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad-, esperamos que siga creciendo, que cada vez sea más grande y tenga mayor significancia esta música que creció con base en el talento, amor y apoyo que han depositado en este evento los colombianos.