Hasta el momento que terminé de escribir esta columna, el comentario más relevante en la ciudad de Valledupar era que el Presidente Santos no asistiría al acto de inauguración de la 48 versión del Festival de la Leyenda Vallenata.
La excusa de que su apretada agenda se lo impidió, no tiene validez, especialmente por dos razones, la primera es que él como Presidente siempre concurría a la ceremonia inaugural de tan prestigioso evento anual, y la segunda es que en el país no ha ocurrido un suceso imprevisto que justifique la ausencia presidencial, que interrumpe la tradición de los presidentes de la República.
Por tanto, sus opositores han aprovechado el inconformismo de la gente por la muerte reciente de once militares en el ataque perpetrado por las Farc, que había prometido cese unilateral del fuego mientras negociaban la paz en La Habana, para decir que el presidente Santos no vino a Valledupar a inaugurar el Festival, fue rehuyendo de la silbatina que le harían en protesta del nefasto ataque.
La realidad es que la importancia del Festival de la Leyenda Vallenata no se debe a la presencia del Presidente de la República en el acto de su inauguración, sino al deleite que genera la música vallenata, la más autóctona del país, que por tal la han declarado como su símbolo musical.
La música vallenata se ha convertido en un fenómeno que atrae turistas, quienes quieren oír y ver en vivo a los intérpretes de tan melodiosas canciones en su forma original y el mejor sitio donde se puede disfrutar es en Valledupar, porque aquí concurren los que en verdad saben tocar acordeón, caja y guacharaca con toda la habilidad que requiere la interpretación de estos instrumentos musicales.
Por el Festival de la Leyenda Vallenata se conoce a Valledupar en el mundo, que si bien es cierto que los autores del auge de su folclor han sido los juglares talentosos, entre los cuales sobresalen Rafael Escalona, todos los ganadores de los diferentes concursos realizados en este evento anual, no se debe desconocer el papel que han desempeñado sus organizadores, principalmente ‘La Cacica’, Consuelo Araujonoguera, cuyo legado ha heredado con lujosos detalles su hijo Rodolfo Molina.
A seguir gozando los espectáculos del 48 Festival de la Leyenda Vallenata con sana alegría, debido cuidado y respeto con los turistas, para que regresen con más amigos que, al fin y al cabo, son los que más gastan en este Festival.