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Festival de la Gaita en Guatapurí cosecha frutos culturales

Niños de la etnia kankuama danzan en medio de la festividad. Foto Referencia tomada de Radio Nacional Liliana Vanegas.

Este festival que se realizó hace unos días en el corregimiento de Guatapurí tuvo un éxito total porque en él estuvieron presentes no sólo los jóvenes y adultos, sino muy especialmente los niños. Durante el evento, no hubo consumo de licor, de tal manera que la mitad de la comunidad la componían los artistas y la otra mitad acompañaba y aplaudía las diferentes competencias culturales que se dieron; ni siquiera las amas de casa se privaron de observar el espectáculo artístico, ya que las autoridades kankuamas ofrecieron almuerzo para todos los asistentes con el fin de que las amas de casa se dispusieran a asistir a los actos culturales. La niñez brilló por su presencia durante el espectáculo, a diferencia de otros festivales del departamento, donde los niños son ignorados y prima el alcohol y la ebriedad; pero en donde además se gastan sumas de dinero inalcanzables con las cuales justifican el evento.

En este festival se llevaron a cabo varias competencias culturales, entre ellas estuvieron las siguientes: competencia de trompos entre los niños; competencias de gaitas y chicote entre niños de 3 a 5 años, de 6 a 10 años, entre jóvenes, adultos y ancianos; o sea, que intervino toda la comunidad. Era admirable la maestría y el dominio propio con las que movían sus piececitos los más pequeños al son de la gaita.

En este acto cultural y solemne hubo competencias de todas las actividades cotidianas; la mejor mochila, el mejor hico, etc.; así se buscaba fortalecer la identidad kankuama a través de las artesanías; las letras de la gaita eran cargadas de una gran inocencia e ingenuidad; leamos este verso: ‘’Ay mi morena, dame un beso dame dos, deme uno chiquitico, que ese lo perdona Dios’’.

Al final se le rindieron homenajes a personas valiosas de la comunidad, que han engrandecido con sus aportes la grandiosidad cultural kankuama.

Sólo después de las nueve de la noche, se ofrecía una parranda para adultos, pero sin abuso del alcohol y acompañada con música de carrizo y chicote, que es la música tradicional e identitaria del pueblo kankuamo.

Es de resaltar la generosa hospitalidad del pueblo kankuamo, gracias a ello gocé de una maravillosa posada que me brindó la matrona Doña Gloria Bolaño.

Por Ruth Ariza Cotes.

Categories: Cultura Opinión
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