Este 6 de enero nuestra querida Valledupar cumple sus primeros 473 años , lo cual, para variar y en pleno año electoral nos lleva a hacer un balance. Es triste que tengamos que iniciar con unas cifras poco esperanzadoras.
Cuando se eligió un alcalde joven, que ganó por encima de un administrador con demostrada y exitosa experiencia, se esperaba que en su gobierno fueran muchas las razones constantes para celebrar. Como la idea es hablar con hechos y no solo con el corazón revisemos algunas sectoriales.
Educación: es mucho el camino por recorrer, se mantiene nuestra ciudad por encima de otros departamentos costeños, y sorpresivamente por encima de la media nacional con respecto a porcentajes de las pruebas Saber. No obstante, esas cifras lo que realmente muestran es que no somos tan mediocres como el resto de la región o del país. Las universidades locales también están en deuda con la población. El compromiso por una educación pública de calidad exige más que anuncios, actuaciones contundentes.
Economía: más que un lunar, es un agujero negro, con los primeros lugares en desempleo y los anuncios del gobierno nacional de disminuir la actividad minera si la ciudad y sus gremios no muestran decisión y creatividad, este año puede terminar con cifras tenebrosas, puesto que no podemos olvidar el mantra que Clinton popularizó: ¡es la economía, estúpidos!
Tránsito: entre la irresponsabilidad de muchos conductores, no solo de motos y taxis, el plan de inteligencia vial debe reportar más que un buen negocio para quien se gane el contrato. Mi tendencia a ver el vaso medio lleno no se evidencia ni siquiera en el hecho de que finalmente el SIVA inició. Pondero este logro, pero esas buseticas me parece que hacen más bulla que realidad.
Servicios públicos: ya ni siquiera mencionamos nuestro deseo porque Emdupar retorne a ser la empresa insigne, solo nos conformamos con que no nos corten el agua. Afinia ha hecho lo que ha querido con (¿contra?) nosotros, pero por lo menos esta vez hemos visto los avances en los cambios de redes y postes. Seguimos con las tarifas más altas del país, con unos negociados innombrables, y con promesas de nuevas discusiones en una aporía inacabable entre las promesas y la realidad. El alumbrado público se va apagando poco a poco, no vimos luces navideñas, pero eso nos hizo creer que no nos iban a encarecer recibo, en pocos días veremos si fue así; Interaseo a veces nos queda debiendo, seguimos con un sinnúmero de basurales en todas partes y vías aledañas. Es decir, aquí tampoco hay mucho para celebrar.
Sólo nos resta espacio para hablar de gobierno, lo cual termina siendo poco atractivo en época electoral. Tenemos demasiados candidatos y pocas garantías. Ernesto sigue omnipresente, con una hoja de vida que avala lo que queremos los vallenatos, pero sin alejarse de los apoyos que nos renuevan los miedos diarios. Entre los alternativos no se vislumbran apuestas serías, Jaime anda en el extranjero y entre los presentes pareciera que buscan negociar en vez de comprometerse con la ciudad, ojalá y llegue la primera mujer a la cual confiar nuestro bien más preciado; porque además los que contarían con el apoyo del alcalde solo dejaron inanes mensajitos navideños.
En serio, pensé escribir una nota optimista, pero es que las cifras no ayudan. Esperemos que nuestro próximo cumpleaños sea más esperanzador. Un abrazo.
Por Cenaida R. Alvis B.