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Fecha obligada para revisar nuestra historia desde la academia

En una de las paredes externas del Colegio Nacional Loperena, de Valledupar, está un mural con una frase de nuestro nobel de literatura Gabriel García Márquez que dice: “Todo lo que sé lo aprendí en el bachillerato”.

Ese mensaje de Gabo es muy diciente y recalca el importante papel que desempeñaban las instituciones educativas del nivel secundario en el proceso de aprendizaje de nuestros jóvenes. En otrora, alcanzar un título de bachillerato significaba cierta distinción académica, lo cual está reflejado en la canción ‘El bachiller’, del maestro Escalona, que en uno de los apartes de su letra reza: “Como yo no tengo diploma de bachiller, en el valle dicen que no puedo enamorar, miren como aprecian las mujeres el papel…” y luego complementa: “Porque eso sí es digno de compadecer, todo el que no tenga diploma de bachiller”. También refuerza ese concepto la canción ‘La colegiala’, de Julio de La Ossa.

Traemos a colación estas alocuciones para dimensionar la función primordial de enseñanza que cumplían, y que deben seguir cumpliendo, los planteles educativos del nivel secundario, o de bachillerato como se les llamaba, en especial en los temas relacionados con nuestra historia. Era en esa fase en la que el joven formaba gran parte de su intelecto, su capacidad de análisis y comprensión del mundo que lo rodea.

En esta fecha del 11 de noviembre es necesario hacer la invitación a que, en sus programas o planes académicos, las instituciones educativas hagan énfasis en la necesidad de que nuestros jóvenes conozcan y asimilen el valor, el significado y la importancia de los procesos históricos y de cómo estos han determinado el fracaso o desarrollo de los pueblos.

Para las actuales y nuevas generaciones no pueden pasar desapercibidos episodios históricos como los ocurridos en el 11 de noviembre de 1811, fecha en la que Cartagena de Indias proclamó su independencia absoluta de España, siendo la primera ciudad en Colombia y la segunda en América Latina, después de Caracas, en tomar esa determinación. Es obligatorio el recorderis permanente a nuestros jóvenes del transcurrir histórico del país, eso ayudará a entender su rumbo y lo que dio paso a su propia idiosincrasia.

Es a través de la academia que se pueden formar ciudadanos críticos y conscientes, por eso las instituciones de bachillerato deben mantenerse activas en ese propósito, especialmente en una época en la que la globalización y el acceso a la información pueden llevar a que las raíces culturales y los conocimientos nacionales queden relegados a un segundo plano.

De manera aleatoria, se abordó a un alumno de noveno grado de un colegio privado, de Valledupar, se le preguntó qué idea tenía de la fecha del 11 de noviembre y su respuesta fue totalmente nula y, más triste aún, lo mismo sucedió con un estudiante de segundo semestre de derecho de la Universidad Popular del Cesar, mientras que al indagarles por temas de farándula internacional ambos dieron muestras de poseer muchos conocimientos.

Eso es un claro ejemplo de las falencias de las dinámicas educativas del momento, donde tal parece que los aspectos relacionados con nuestra historia no son relevantes.

Los colegios y universidades deben esforzarse para que todas las generaciones tengan muy claro quiénes somos y a dónde vamos, esa claridad se obtiene estudiando nuestra historia, adentrándonos en los relatos, luchas y logros obtenidos desde los antepasados. Así las cosas, toca seguir insistiendo con la vieja frase de cajón: “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

A propósito
Los esperamos este miércoles en la Academia de Historia del Valle de Upar al foro EL PILÓN, 30 años contando historias’, periodo del que nuestros jóvenes periodistas resaltarán los hechos que fueron noticia.

Categories: Editorial
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