Escandalizados escuchamos en el canal Caracol, así como lo publicamos también en nuestras páginas, cuando a nuestro periodista Martín Mendoza el conductor ‘Mando Quintero le dice que él no iba a 220 kilómetros por hora como se ha especulado sino a 120.
Minutos después escuchamos a Alex Ramírez, asistente de Martín Elías que también iba en el vehículo accidentado, decir que “íbamos bien, a 170 kilómetros por hora”. Se ha dicho, con toda la razón, que la vía está en regulares condiciones a pesar de que se cobran los peajes, de modo que así lo denunciaron, con versos, Carlos Vives en Twitter y también en estas páginas de EL PILÓN el mismo Rolando Ochoa, el acordeonero que en otro vehículo seguía a la caravana de Martín Elías.
Entonces necesitamos excelentes vías para que en un cóctel de alborada, alcohol, cansancio y afán de nuestros queridos músicos y sus émulos, que no son pocos entre la juventud, transiten a 200 kilómetros por hora.
Eso no es distinto de lo que a menudo registramos sobre accidentes que suceden por imprudencia. Toda una cultura absurda de volar en las vías, de no usar el cinturón de seguridad, de no hacer buen uso de las señales.
La solución no está en poner resaltos en las carreteras, en poner obstáculos como retenes sin sentido, haciendo menos expedito el tránsito de vehículos. Tampoco vemos como solución las fotomultas que en otros departamentos han colocado algunas alcaldías abusando del ciudadano. Lo que se requiere es una cultura de no manejar con licor, ser prudentes, ser responsable al conducir y seguir las apropiadas instrucciones de la autoridad, que por cierto es bastante permisiva con esos vacíos en la conducta de los conductores de todo tipo de vehículos.
En algunos casos, y las vías del Cesar son ejemplo de ello, el ganado se atraviesa en el camino, las motocicletas transitan en vías nacionales y secundarias sin ningún control de las autoridades, lo mismo que las bicicletas, no respetan las normas de tránsito, a veces ni las conocen. Por eso los altos índices de muertes en carretera.
Con este lamentable hecho que nos quitó a un gran artista, los análisis sobre las causas que ocasionaron el accidente son innumerables. Todos coinciden en las pésimas condiciones viales de Colombia, la necesidad de usar el cinturón, el que justamente no llevaba puesto Martín Elías, el abuso de los artistas de firmar para una misma noche varios compromisos, obligándolos a recorrer vías a altas horas de la noche, en la costumbre perdida de ir a las presentaciones en el bus en el que viajan los miembros de las agrupaciones musicales y no en los lujosos vehículos.
Algo debe pasar en adelante, que no se quede solo en lamentos y lágrimas, en un hecho mediático, que la muerte de Martín Elías haga reflexionar a sus colegas, a las autoridades y a la ciudadanía en general.