Después del acuerdo de Australia, cuyo Estado enfrentó a las gigantes de la tecnología que a través de sus reconocidas plataformas, además de absorber gran parte de la publicidad que antes tenían los medios de comunicación tradicionales, usan las noticias producidas por estos, parece ser que empieza a nivelarse la cancha en ese pulso de los nuevos monstruos del mundo moderno y global, que ahora reciben los ataques regulatorios de gobiernos y jueces.
Es una lucha de un Estado geográficamente inmenso pero relativamente poco poblado (25 millones de habitantes), cuya prensa regional ha resistido la dura crisis económica, publicitaria y de circulación tradicional. Aunque viene migrando hacia la distribución digital ha encontrado la solidaridad ciudadana y de sus gobiernos locales y el nacional para hacer resonar su reclamo en las más altas esferas del parlamento, convirtiéndolo en una ley que pone contra las cuerdas a las plataformas.
Facebook en reacción bloqueó toda noticia de origen de Australia y fue mas allá al bloquear algunos servicios a la ciudadanía del gobierno. Adujo que la prensa también usaba las redes para divulgar sus contenidos, promocionarse, llevar a sus lectores hasta sus portales de internet y enganchar suscriptores.
Ese movimiento de reclamo se ha extendido desde Brasil, hace 3 años, hasta Estados Unidos y la Unión Europea. La ley finalmente acogida en Australia intentó recoger algunas aspiraciones de Facebook pero sobre la base de que Facebook -propietaria de Instagram y WhatsApp- y las otras plataformas de redes efectivamente paguen. Así se protege el lógico derecho a que las casas editoriales reciban la justa remuneración a su trabajo, se proteja el derecho universal de autor y se ampare la libertad de prensa, en la medida en que el fortalecimiento económico de los medios es garantía de su independencia frente a los gobiernos y los grandes conglomerados empresariales.
Se espera el efecto en Colombia de esos cambios de tipo estructural en la industria de los medios informativos. Hasta ahora solo hubo aportes voluntarios de los gigantes tecnológicos, como el de Google que en medio de la pandemia, a mediados de 2020, donó recursos a los medios escritos de información regionales de Colombia. EL PILON fue receptor, no determinante en los resultados financieros, de significativo apoyo voluntario de Google. No así de Facebook que recogió información de nuestro medio, con igual propósito, sin resultado alguno.
Si el usuario comienza a pagar por acceder al contenido de la prensa, no tendría sentido que los grandes no lo hicieran.
No podríamos a estas alturas precisar cómo y con qué modalidad se desarrollarán en el país dichos acuerdos, siguiendo el patrón mundial de negociar de buena fe y con transparencia. Sin embargo, todo hace pensar que para fortuna de todo el sistema general de información de noticias y de contenido relacionado, habrá mejores tiempos de colaboración para que el ciudadano pueda estar mejor y más oportunamente informado.