Mientras en América Latina el debate ideologizado asume que Donald Trump se desvela por derrocar a Nicolas Maduro, el presidente electo de Estados Unidos planteó cambiar el nombre del golfo de México, recuperar el canal de Panamá y poseer Groenlandia. Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande (Make América Great Again) es un credo irreflexivo muy cercano al plan expansionista e imperialista que ha caracterizado desde sus orígenes a Estados Unidos. No descarta el uso de la fuerza para tomar el control estadounidense de Groenlandia y el Canal de Panamá. Y por la “fuerza económica” podría persuadir a Canadá para convertirla en el estado número 51 de Estados Unidos.
Es peligrosamente erróneo que Trump considere la posibilidad de utilizar la coerción militar o económica como parte de sus apropiaciones de tierras contra Groenlandia o el territorio de cualquier otro vecino o aliado. Corre el riesgo de socavar la afirmación de las democracias occidentales de que la osadía militar de Vladimir Putin para recuperar el control de Ucrania (o cualquier posible acción de la China de Xi Jinping en Taiwán) es una violación intolerable del derecho internacional. Y reforzaría la opinión en el sur global de que Estados Unidos y sus aliados ajustan cínicamente el discurso sobre cuándo se justifica el uso de la fuerza para satisfacer sus propios intereses.
El Canal de Panamá no está en venta, los planteamientos de Donal Trump hacen parte de una táctica de negociación para bajar las tasas. Esto se debe a que, en 2023, Panamá experimentó una sequía severa, impulsada por una combinación de El Niño y el cambio climático, calificado por Trump de engaño.
Trump ha dicho que hay soldados chinos en el canal, afirmación desmentida por el presidente panameño, José Raúl Mulino, que en contraste ratificó que China es el segundo mayor usuario del Canal de Panamá después de Estados Unidos.
Los anuncios de Donald Trump o la visión expansionista de Estados Unidos reviven la batalla soterrada en materia comercial que mantiene con China, con una extensión fundamental: la hegemonía del planeta. Trump ha dicho que Estados Unidos necesita el control de Groenlandia y del canal de Panamá para su “seguridad económica” y ha descrito la propiedad y el control del territorio como una “absoluta necesidad”.
Groenlandia ha estado en el radar de Trump durante mucho tiempo como objetivo de compra. En 2019 confirmó que había estado instando a sus asesores a averiguar cómo Estados Unidos podría comprar la enorme isla del Ártico.
Al adquirir Groenlandia, Estados Unidos tendría acceso a yacimientos de petróleo, gas y minerales raros muy demandados para la producción y desarrollo de tecnología. Ese contexto es apenas la punta del iceberg. Groenlandia está ubicada estratégicamente entre Estados Unidos y Rusia, asimismo, es considerada cada vez más importante para la defensa y está emergiendo como un campo de batalla geopolítico a medida que la crisis climática empeora.
Donald Trump es consciente del nuevo orden tripolar que se armaría en el mundo entre Rusia, Estados Unidos y China; por esa razón antes de arrancar su segundo mandato está exponiendo lo disruptivo que puede ser con base en sus reconocidas capacidades como negociador corporativo. Las intenciones del presidente electo no carecen del peso de su nueva retórica expansionista. Trump corre el riesgo de perder credibilidad si sus afirmaciones no son llevadas a la práctica y puede hacer del mundo un lugar de mayor incertidumbre e inestabilidad.
Por: Luis Elquis Díaz.