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Éxitos y fracasos

Por estos días el fútbol nos da excelentes noticias, que terminan siendo un bálsamo entre los desastres que la política nos presenta. Tanto la selección masculina de mayores, como la femenina sub-20, tienen al mundo mirando hacia Colombia y preguntándose: “¿qué es eso tan bueno que está pasando por allá?”. Las eliminatorias al mundial del 2026 cerraron esta fecha FIFA dejando a Colombia segunda en la clasificación general, con 16 puntos de 24 posibles, es decir, un 66 % de rendimiento.

Sólo nos sobrepasa Argentina, que acumula 18 puntos. Esta selección se las trae, no sólo tiene a James en un momento excepcional -en hora buena regresa a la liga española con el Rayo Vallecano-, sino que además Colombia muestra recambio: apellidos como los de Ríos, Muñoz, Lucumí, Mojica, Arias, Cuesta, Mosquera o Cabal, se unen a hombres de experiencia como Vargas, Mina, Díaz o Borré para, bajo la capitanía de James, ganarle en el último tiempo a equipos como Brasil, España, Alemania, Uruguay y Argentina. Recordemos además que el título de la reciente Copa América quedó en entredicho luego de no haber sancionado por lo menos una pena máxima a favor de Colombia, durante los 90 minutos reglamentarios. Ese título quedó en manos del equipo al que todo se le regala. 

Dios siga bendiciendo a Néstor Lorenzo, trabajador incasable, serio, continuador del gran proceso de José Pékerman, de don José.

Por su lado, la selección femenina sub-20 nos deleita con un fútbol práctico, que no deja dudas del amor que sienten las jugadoras por esa camiseta que sudan partido a partido, emociona verlas cantando el himno nacional; dan la vida por la selección que conforman. Varias de esas jugadoras pasan por un gran momento: Linda Caicedo, por ejemplo, una vez toma el balón, ¡vuela! La acompañan una portera calidosa como Luisa Fernanda Agudelo, además de apellidos como Rodríguez, López, Muñoz, Álvarez, Ortegón y Cabezas. El profesor Paniagua hace un gran trabajo dirigiéndolas, ¡gracias por eso profe! 

Es curioso cómo jugadores de nuestras selecciones nacionales y sus cuerpos técnicos dan excelentes resultados, mientras los dirigentes de la Federación Colombiana de Fútbol -FCF- son unas ratas de alcantarilla. Dan pena y nos generan vergüenza. ¡Bandidos!

Además, los deportistas colombianos que nos representaron en los Juegos Paralímpicos de París, que terminaron el domingo pasado, dejaron una cosecha admirable: 28 medallas en total: 7 de oro, 7 de plata y 14 de bronce, además de 44 diplomas olímpicos. Me les quito el sombrero, los admiro y nada que podamos hacer por ellos les pagará lo que han logrado. ¡Qué orgullo ser colombiano y tener como compatriotas a estos hombres y mujeres que nos han dado una verdadera lección de vida, de éxito y de entrega! Colombia quedó en el puesto 19 del medallero general, sucedió lo impensable. ¡Gracias muchachos! 

Mientras tanto, el actual gobierno, el de Petro, nos tiene en el peor de los mundos. A los deportistas les ha reducido el presupuesto para el año entrante en 66 % porque claro, necesitan más recursos para seguírselos robando. ¡Estamos ya mamados de tanta corrupción, de tanta trampa, desidia, de creernos pendejos! El gobierno del cambio entró en su recta final demacrado, ojeroso, muy maltrecho. ¡Pues así estamos todos, ni más ni menos!

Falleció Alberto Fujimori, gran presidente del Perú, a los 86 años. Recibió un país amedrentado por el Sendero Luminoso de Abimael Guzmán, con hiperinflación y en ruinas. Entregó al Perú, 10 años después -en 2000-, saneado, con una economía saludable -que permanece hasta hoy-, habiendo erradicado a Sendero y con Abimael exhibido como debe hacerse con los delincuentes: en una jaula. La operación que le permitió recuperar la Embajada del Japón de manos de los guerrilleros fue impecable y digna de la más exigente filigrana; él la dirigió personalmente.  Fujimori demostró que no se requieren falsos procesos de paz para pacificar un país y que un “outsider” -como lo es Milei-, puede resultar mejor opción que los políticos tradicionales. Descanse en paz señor Alberto Fujimori. 

Por: Jorge Eduardo Ávila.

Categories: Columnista
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