Los antiguos militantes de las Farc-EP que se congregan en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, ETCR, de la vereda Tierra Grata, en Manaure, Cesar, se han convertido en emprendedores y líderes de proyectos productivos que buscan generar ingresos que contribuyan a la economía local y la de los habitantes del corregimiento de San José de Oriente, del municipio de La Paz.
Los más de 300 firmantes del Acuerdo de Paz están impulsando la actividad turística en dicho territorio debido a que cuenta con aproximadamente 133 especies de aves endémicas como el colibrí del Perijá, el chamicero del Perijá, gorrión montes de Phelps, entre otros; además, de una amplia variedad de flora que hace de esa zona un punto atractivo para los visitantes.
De acuerdo con Wilman Aldana, firmante del Acuerdo de Paz y enlace del Consejo Nacional de Reincorporación, CNR, en la vereda se desarrolla una iniciativa que se llama ‘Tierra Grata Eco Tours’, donde se le brinda al turista información de cómo inició el proceso de paz y cómo se lleva a cabo actualmente en torno a los reincorporados.
“Además de explicarles a los turistas todo lo referente al Acuerdo de Paz también pueden realizar actividades como avistamientos de aves, turismo histórico, senderismo, una ruta turística hacía la frontera con Venezuela y podrán interactuar con la fauna y la flora de esta zona de conservación ecológica”, manifestó Aldana.
Agregó que en la vereda se encuentra una Casa de la Memoria, en el que hay libros, vestuarios, pinturas y registros fotográficos del pasado de esa población cuando estaba inmersa en el conflicto armado y que hoy se han vuelto en guías de aves, costureros, modistas, guías naturales, ganaderos, entre otras profesiones que han remplazado el uso de las armas.
¿PRODUCTIVOS PARA EL CESAR?
El director ejecutivo de Fundación Evolución Caribe, Hans Blumenthal, comentó que ese territorio tiene mucho potencial turístico porque es una zona que recoge historias de lo que fue el conflicto armado y cómo es posible el proceso de reincorporación. Acotó que la fundación les brinda capacitaciones a los excombatientes con la esperanza de que en el futuro sean independientes y productivos a nivel nacional.
Los reincorporados de dicha zona también manejan emprendimientos de agricultura con la siembra de maíz, ganadería y confecciones. Las tres iniciativas impulsadas por estos ciudadanos, que en la década de los 90 transitaban por esa zona de manera ilegal realizando actos ilícitos, también se han convertido en la fuente de empleo para más de 50 personas, aspirando que ese número aumente por medio de alianzas con empresas vallenatas.
En ese sentido, el comisionado de Paz y Derechos Humanos de la Cámara de Comercio de Valledupar, José Romero, señaló que hay que acercar al sector privado a este tipo de iniciativas para que las impulsen porque para logar una construcción de un proceso de paz se necesita de todos los actores del Cesar.
“Hemos estado dispuestos siempre a trabajar de manera articulada con el sector público o privado con el objetivo de que los emprendimientos puedan entrar al aparato productivo de la región”, comentó Romero.
En la visita también estuvo la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, la Misión de Verificación de la ONU y el alcalde del municipio de La Paz, Martín Zuleta Mieles, quien expresó su apoyo a la iniciativa turística.
UN CAMPO DEL RECUERDO
Dentro de Tierra Grata hay un campamento que anteriormente era de las Farc antes de que se desmovilizarán en el 2016. De acuerdo con Wilman Aldana, firmante del Acuerdo de Paz y enlace del Consejo Nacional de Reincorporación, CNR, en el lugar vivían aproximadamente 50 guerrilleros en improvisados cambuches de lona y madera, acotando que el campamento era utilizado como economato.
“En el campamento había unas personas encargadas de distribuir los alimentos para que alcanzara. Las raciones eran muy estrictas; un ejemplo de eso era que disponían una libra de arroz para cuatro personas, un litro de aceite para 48 unidades y así sucesivamente”, explicó Aldana.
Acotó que el campamento fue reconstruido para que los visitantes pudieran apreciar las condiciones en las que vivían los excombatientes. En el lugar hay una cocina con fogón de leña, más de tres sitios adecuados con mesas y bancos de manera para reuniones y más de 11 cambuches en donde las personas dormían.
Namieh Baute Barrios / EL PILÓN