La mujer ha llegado a un momento cruel, degradante e inhumano, donde el desarrollo interno de la bestia se exterioriza a tal magnitud de aniquilar los auténticos valores de la dignidad humana; caso patético lo ilustra el ataque violento, descontrolado e iracundo de una madre al atentar inmisericordemente contra su propio fruto, su hija de cinco años, logrando cegarle la vida a esta criatura inocente; hecho sucedido en el municipio de Tenjo (Cundinamarca).
El interrogante que surge: ¿Es ésta la primera vez que ocurre un caso como éste? Múltiples hechos se han originado en idénticas circunstancias, pero en diferentes lugares del universo, tal vez hoy los casos son más notorios, dada la proliferación del descontrol cada vez más demostrado en las grandes urbes a raíz de muchos factores.
Estos actos salvajes que aterrorizan el mundo entero deben ser sometidos a un riguroso análisis por parte de las autoridades, especialmente las que protegen la infancia, haciendo énfasis al tratamiento de los problemas mentales. El caso en referencia cobra tanta desfachatez que la desnaturalizada madre sin pudor afirma que no sabe lo que hizo.
Para entender la problemática a nivel de detalles precisos que esclarezcan estos horrorosos hechos inhumanos que sin lugar a equívocos desprestigian el desarrollo evolutivo de la sociedad, se hace urgente y necesario adelantar un diagnostico que propicie una curación radical a los problemas de orden emocional que padece gran parte de nuestra comunidad imbuida hoy en el modernismo y arrasada por un movimiento cultural que pregona el facilismo, los antivalores y otros factores asociados que degradan y corroen la tolerancia, el respeto por la vida y otras razones que pueden invocarse a favor de la legalización de un anacrónico vestigio ideológico; es decir una sociedad de lo absurdo. Hoy por hoy se puede contribuir en una política de esfuerzos bajo un análisis estadístico y textual que permita arrojar nuevas luces en temas sustantivos que logren sensibilizar, suplir vacíos y heridas que aún perduran en las psiquis de muchos individuos con carencia de decisiones, dejándose arrastrar por una respuesta que de convicción a su decisión y la necesidad de resolver un conflicto.
Esto sucede por la falta de tolerancia al interior de hombres y mujeres que de un modo cierto han errado y de qué manera con el tema expuesto, nunca dan a torcer su voluntad.
A manera de reflexión vale la pena analizar si debiera existir una escuela que forme madres y también padres con el propósito de orientarlos, donde los progenitores se autopregunten las veces que sean necesarias: ¿Estoy en capacidad de ser madre?, ¿Estoy en capacidad de ser padre? y no sucumbir ante la más mínima exigencia de un hijo.
Toda forma de violencia en la familia destruye la armonía y la unidad, por lo tanto debe ser prevenida, corregida y sancionada por las autoridades públicas con toda la drasticidad, para que estos hechos repudiables no se vuelvan a repetir y queden en el pasado.
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