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Evitar el colapso del sistema de salud

Estamos en territorio desconocido. Nunca nadie, en ninguna parte, había vivido en un escenario como el actual, con ocasión de la crisis ocasionada por el coronavirus, sus efectos en la salud pública, quizás, por razones obvias, más estudiados aunque aún llenos de interrogantes, y sus consecuencias sobre la economía, donde la incertidumbre es todavía mayor.

Algunas pocas cosas están claras: el virus fue descubierto en Wuhan, en noviembre del 2019. Las autoridades chinas no le dieron importancia y solo el 31 de diciembre, ante el crecimiento de los enfermos, hicieron pública su existencia, pero ocultando su capacidad de contagio. Un error descomunal. En Europa los agarró la temporada turística de fin de año llenos de chinos y sin información confiable. El virus se expandió sin control, en especial en Italia, España y Francia.

Produce infecciones respiratorias que, en los enfermos más graves, genera neumonía o síndrome respiratorio agudo severo, y puede causar la muerte. Algunas personas se afectan pero no desarrollan síntomas, un 80% se recupera sin ningún tratamiento especial, un 15% se enferma gravemente y, en las cifras actuales, algo más del 4% muere.

Sabemos también que el Covid 19 se contrae a través de las gotículas de la nariz o la boca por contacto directo con un enfermo o con los objetos que han tocado. Por eso hay que mantenerse a más de un metro y lavarse las manos bien y frecuentemente. Es la razón por la cual es indispensable el distanciamiento social.

El eventual colapso del sistema de salud es un punto de quiebre. Es lo que explica que en Italia haya hoy más muertos que en China. Y es el camino de España. Los infectados inundaron el sistema hospitalario, las camas fueron insuficientes, parte del personal médico y sanitario enfermó. 

Evitar ese colapso tiene que ser nuestro principal objetivo y por eso tiene sentido el aislamiento obligatorio ordenado por el presidente Duque. En el 2018, Colombia tenía apenas 15 camas hospitalarias por diez mil habitantes, la mitad de las de España. Tenemos 20,8 médicos por cada diez mil habitantes, cifras 2017, muy por debajo del promedio de 29 de la OCDE y la mitad que en Italia o España. Sin embargo, el déficit de enfermeras es enorme: apenas 12,6 enfermeras por diez mil, muy por debajo de las 47 de América Latina y de las 80 de la OCDE. Las cifras muestran que una de las tareas claves será proteger a nuestro personal médico y sanitario y que hay que desarrollar de manera acelerada un plan de contingencia hospitalaria, en hoteles y hospitales de campaña. Y es el momento para agilizar los trámites de homologación del personal médico y sanitario venezolano que está en nuestro país. Así resolveremos el mismo tiempo la tragedia humanitaria de quienes tuvieron que huir de Venezuela y aumentamos de manera importante el personal sanitario para la emergencia. 

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Rafael Nieto Loaiza: