La Fundación Cultural Tierra de Acordeones de Mariangola, que preside Elibeth Zequeira Ramírez, viene gestionando los pormenores logísticos y económicos para realizar la edición XXI del Festival, los días 8, 9 y 10 de noviembre. Además de los concursos musicales establecidos, habrá otro de pintura estudiantil patrocinado por la Oficina de Cultura de Valledupar.
El Festival rendirá homenaje al colegio Rodolfo Castro en sus 45 años. El acto central de la inauguración será el encuentro de egresados, amén de un conversatorio sobre la historia de Mariangola. Uno de los participantes, Sergio Granados Cuello: bachiller del Rodolfo Castro (2000), microbiólogo de la Universidad Popular del Cesar (2009) y magíster en bioquímica de la Universidad de Antioquia, distinguido con tesis meritoria, 2011. Desde 2013 es docente investigador en fisiología y química de la misma Universidad.
El estudiante del colegio, Elemín Maestre, hará una exposición de sus obras pictóricas. También, por primera vez, una feria de emprendimiento de artesanías y gastronomía. El grupo de Danzas que dirige Elibeth Zequeira presentará ‘Las Leñateras del Santico Hallao’ y ‘El Sanguruteo’. El conversatorio «Historia de Mariangola y sus 66 años de ser corregimiento». Quien esto escribe hará una reseña, basado en el libro ‘Sabanas de Mariangola’, premiado en el II Concurso de Historia Regional, en convenio de la UPC y la Gobernación del Cesar (2006).
Entre los abuelos que dieron su testimonio del poblamiento y desarrollo de Mariangola, mencionamos: Anselmo Castañeda, Chencho Flores, María Ruiz, Virgilio Álvarez, Gonzalo Maestre, Ana Susana Quiroz, Vidal Ortiz, Marco Mendoza y Chano Ayala. A todos los recuerdo con amistad y gratitud, y deseo resaltar a Chano Ayala (1927-2013), por su buena memoria y excelente narrativa. Fue uno de los alumnos aventajados de Blas Orozco Monsalvo, quien llegó de Valledupar en 1942 y abrió la primera escuela en Mariangola. El saber leer y escribir le facilitó la habilidad para escuchar y contar historias. En mi investigación para el libro “Sabanas de Mariangola”, fue un pilar importante con su información sobre acontecimientos, leyendas y personajes del pueblo. Me contó con detalles la abundancia de ciertos arbustos, a orillas del río, de varetas flexibles que los vaqueros usaban como fusta para los caballos; tenían flores blancas con olor semejante a la azucena, y su nombre era «mariangola». Se infiere que de allí procede el nombre del pueblo. Algo similar a lo sucedido con otros pueblos: Caracolí, El Copey, Pivijay y La Jagua, que son también nombres de árboles.
A Chano, en mis frecuentes viajes a Mariangola solía visitarlo; hablaba con la sabiduría propia de un viejo agradecido de Dios y de la vida. En mi canción ‘Mariangola querida’, grabada por Jimmy Murgas, le hago este homenaje: “Quisiera tener en mis manos aquella flor blanca y perfumada/ que Mariangola fue bautizada por los abuelos que hoy recordamos/ y entre ellos el amigo Chano, nos dio un testimonio de fe/ por tumbar los bosques y fuertes veranos aquella flor por aquí no se ve…”.
Por: José Atuesta Mindiola