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¿Eutanasia, distanasia, ortotanasia?

Es la segunda vez que toco este tema, la primera fue hace unos diez años y desde ese tiempo a esta parte en algo he variado mi posición sobre el asunto.

Como introducción evidencio que la mayoría de las personas no distingue claramente el significado de las acepciones eutanasia, distanasia y ortotanasia, que corresponden a distintas  actitudes  frente a lo fatal y esta última se refiere a permitir que la muerte ocurra “en su tiempo cierto”, “cuando deba de ocurrir”, sin alterar el curso de la enfermedad y por lo tanto el curso de la muerte.                                                                                 Sobre la primera se discute mucho y se le da un tinte de horror tipo Doctor Mortis, y de la segunda no tanto suponiéndose que es “menos mala”, La ortotanasia   implica pasividad. Veamos, para contrastar  qué piensa la Iglesia Católica, cuyo conservadurismo es conocido, para la que resulta claro que tanto la terminación o prolongación ilícita de la vida (eutanasia o distanasia) son inaceptables.

Sobre este particular dice la Iglesia que nunca ha enseñado que se debe prolongar la vida de un enfermo utilizando para ello todos los medios posibles, ya que es tan ilícito intentar prolongar artificialmente la vida de un enfermo terminal, como abreviarla.


Se plantea entonces la distinción entre medios “proporcionados” y “desproporcionados” respetando siempre los legítimos deseos del enfermo. Es así que no se está obligado moralmente a utilizar medios desproporcionados o a retirarlos; se promueve el empleo de medios “proporcionados” para no incurrir en lo que se ha denominado “encarnizamiento terapéutico”, que debe entenderse como la utilización inadecuada sin fines éticos de medios que si bien están dentro de las posibilidades no conducirán a ningún resultado que beneficie al enfermo.

 ¿Cuántas veces no hemos tenido la percepción de ello? Presumo que hoy y por veras de la comercialización a ultranza de la medicina y por la posibilidad de ordeñar un seguro médico, ello podría estar ocurriendo más de lo supuesto.
La Sagrada Congregación para la Doctrina y la Fe no es ciertamente una institución de corte progresista pero ha dicho que “ante la inminencia de una muerte inevitable, a pesar de los medios empleados, es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a un tratamiento que procuraría únicamente una prolongación precaria-artificial, sostendrían muchos y penosa, de la existencia sin interrumpir, sin embargo, las curas normales debidas al enfermo en casos similares”. Sabia determinación.


Sin embargo, hay que tener mucho cuidado al hurgar en el significado de artificial para cualquier determinación, ya que prácticamente todos los medios que la medicina utiliza son artificiales, tales como los medicamentos y todos los aparatos, muletas hacia arriba, ya que en el contexto de los enfermos terminales puede llevar a la eutanasia.
Sea lo que sea es evidente que la tendencia es eliminar los extremos. No suprimir intencionalmente una vida bajo ningún pretexto, pero tampoco sostenerla inútilmente. La supresión tendría que ser una decisión muy circunscrita a la persona del enfermo o parientes de primer grado. ¿Qué camino tomaría usted?

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