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Europa debe asumir su defensa

La seguridad ha sido una prioridad en Europa desde hace mucho tiempo, pero no desde el punto de vista militar. El puñado de líderes europeos que convocó apresuradamente una reunión en París a principios de esta semana para discutir la autodefensa representa a países que ahora destinan un promedio del 1,9 % de su producción económica al gasto militar y más del 25 % a protección social, en forma de cosas como pagos a jubilados, atención médica y vivienda.

El carácter improvisado de la reunión fue una prueba de que este desequilibrio podría desaparecer antes de lo previsto. Una garantía de defensa ofrecida por Estados Unidos, que ha sido un elemento fijo para generaciones de europeos, de repente parece desvanecerse, mientras una guerra devastadora en el flanco oriental de la región se acerca a un final incierto. 

Las conversaciones con Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania pueden tener implicaciones para las próximas generaciones de europeos y convertir un tema de gasto en seguridad que estaba pendiente en las listas de tareas en un imperativo urgente. 

Pero una cosa es decidir gastar dinero y otra muy distinta encontrar el dinero. En esencia, las economías europeas no están diseñadas para gastar grandes sumas en el ejército, sino que se han diseñado progresivamente para ofrecer beneficios sociales que fomenten la estabilidad. Países como Francia o Italia pueden gastar casi un tercio de su PIB en sistemas de protección social en un año determinado, mientras que países como Estados Unidos o Corea del Sur tienden a gastar alrededor de una quinta parte o mucho menos, junto con cantidades relativamente significativas en defensa.

Para ganar una elección, Woodrow Wilson juró que la primera guerra mundial era “una con la que no tenemos nada que ver, cuyas causas no nos pueden afectar”. Franklin Roosevelt prometió lo mismo de la segunda. Prometió a las madres estadounidenses “una y otra vez que sus hijos no serán enviados a ninguna guerra extranjera”. Ninguno de los dos cumplió su palabra.

Lo que Trump y Vance están diciendo ahora a Europa occidental es que se pongan serios. La guerra fría ha terminado, saben que Rusia no tiene ningún deseo de ocupar Europa occidental. Esta amenaza proclamada es una fantasía inventada por lo que un presidente sabio, Dwight Eisenhower, llamó el complejo militar-industrial de Estados Unidos, que desde hace mucho tiempo se ha especializado en sacar provecho del miedo. Dar prioridad a la defensa, puede recortar los presupuestos de salud y bienestar. Es de estimar que el mundo convive con la incertidumbre y que Estados Unidos con Donald Trump a la cabeza mutarían el rol, pasando de la generosidad en apoyo militar a proveedor de las necesidades de armamento europeo.

Los países europeos deben organizarse para financiar el gasto militar a nivel de la Unión Europea, en aras de garantizar la libertad y los modos de vida de la región. Aunque es una medida extemporánea que hará diversificar las inversiones, el gasto en defensa podría impulsar significativamente el crecimiento económico y la base industrial de Europa si los desembolsos se destinan a armamentos de alta tecnología fabricados en la región.

Por: Luis Elquis Díaz.

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