El pasado dos de abril Donald Trump, presidente de Estados Unidos, fiel a su estilo no dudó en lanzar una diatriba asombrosa. En el “Día de la Liberación” el mundo observó cómo el líder de la nación más poderosa acusaba a amigos y enemigos por igual de haber “saqueado, pillado, violado y expoliado a su país”. Simultáneamente, agitaba una tabla de desequilibrios arancelarios.
Existe un acuerdo generalizado sobre los estragos económicos que causarán los aranceles sin sentido del presidente Trump. Sus decisiones rememoran los efectos y devastación que produjo la famosa Ley Smoot-Hawley del presidente Herbert Hoover de 1930. Willis Hawley y Reed Smoot han perseguido al Congreso desde la década de 1930, cuando fueron los arquitectos del proyecto de ley arancelaria Smoot-Hawley, una de las piezas legislativas más criticadas en la historia de Estados Unidos y un proyecto de ley al que algunos culpan no solo de desencadenar la Gran Depresión sino también de contribuir al inicio de la Segunda Guerra Mundial.
En economía clásica se aprende que Adam Smith tenía razón. El libre comercio condujo a una mayor especialización y competencia en el mercado. Era riguroso, pero justo, y beneficiaba a todos. El fin del sistema de Bretton Woods de la posguerra en la década de 1970 marcó el comienzo de un mundo de comercio cada vez más libre y, finalmente, de la globalización. El presidente Trump, rompió el espinazo al comercio libre, conspirando con un baluarte de la prosperidad mundial.
Trump y sus asesores económicos presumen de que su agenda arancelaria generará ingresos exorbitantes: más de 6 billones de dólares durante la próxima década, según afirma el asesor de la Casa Blanca, Peter Navarro. Esta cifra parece imposible, ya que presupone que los consumidores seguirán gastando tanto como ahora algo que probablemente no ocurrirá una vez que se enfrenten a precios más altos.
La incertidumbre de acciones y reacciones en cadena que la guerra comercial puede provocar genera tensiones en los mercados financieros, asimismo, aumento de la inflación y presión para que los Bancos Centrales aumenten tasas de interés, lo que puede llevar a un escenario, lamentablemente probable y no deseable, de estanflación, en el que muchos países convivan con la recesión o un crecimiento económico exiguo acompañado de mayor inflación.
Las decisiones de Trump no encuentran eco en el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Está quedando claro que los aumentos arancelarios serán significativamente mayores de lo previsto. Sus comentarios sugieren que la Reserva Federal no tiene prisa por recortar su tasa de interés de referencia desde su elevado nivel actual de entre el 4,25 % y el 4,50 %, mientras continúa su lucha por reducir la inflación a su objetivo a largo plazo del 2 %. Trump lo señaló de hacer política.
China como era de esperarse anunció aranceles de represalia del 34 % a las importaciones estadounidenses, lo que indica una importante escalada de una guerra comercial iniciada por Donald Trump y alimenta los temores de una recesión global.
El comercio internacional enfrenta un reto disruptivo sin precedentes del cual no escapa Colombia. Nos asiste entender las fluctuantes dinámicas económicas y políticas del mundo, para sostenernos y no caernos ante el primer soplo.
Por: Luis Elquis Díaz.