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Estos fueron los buenos, regulares y ‘malos’ alcaldes del Cesar

Los alcaldes del Cesar buenos, regulares y malos.

En un ejercicio evaluativo, EL PILÓN presenta el semáforo de los 25 alcaldes del Cesar que gobernaron desde el primero de enero de 2020 hasta el 31 de diciembre de 2023. Durante dos semanas, EL PILÓN consultó a líderes comunales, concejales, académicos, profesores, exalcaldes, revisó archivos y noticias de los 25 municipios, para realizar un balance sobre la gestión de los mandatarios.

En su defensa se debe anotar que durante dos años (2020 y 2021) enfrentaron la pandemia provocada por el covid-19 que obligó a cambiar las prioridades. Y el 2023 fue año electoral con Ley de Garantías. Es decir, el único año que pudieron trabajar y ejecutar sin problemas fue el 2022

Sin embargo, algunos lograron dejar obras significativas en sus municipios, se concentraron en comunicar y relacionarse con las comunidades; se adaptaron y gobernaron en épocas de vacas flacas. Otros pasaron sin pena ni gloria y simplemente cumplieron su función rutinaria como alcaldes. Y un grupo pequeño, aunque ejecutaron obras, estuvieron en el ojo del huracán por escándalos y fueron impopulares.

Se destacó: Ovelio Jiménez, alcalde de La Jagua de Ibirico

El mandatario de la pandemia y las vacas flacas. La Jagua  de Ibirico sufrió dos pandemias: la del covid-19 y la salida de Prodeco, que significó la pérdida de 5.000 empleos bien pagados y más de $15 mil millones de ingresos. Ovelio Jiménez supo moverse en la escasez: promovió a La Jagua de Ibrico como destino turístico y agroindustrial; se fortaleció la producción de café y cacao; construyeron vías terciarias. Y, en su cierre, ‘peleó’ para que la sede universitaria del centro del Cesar se construyera en La Jagua de Ibirico. 

Se destacó: Carlos Ríos, alcalde de San Alberto 

En el 2019, Carlos Ríos fue elegido en San Alberto con la promesa de cambiar las formas de gobernar. El mandatario cumplió, sin embargo, eso le generó mil enfrentamientos con los sectores políticos porque para hacer política se necesita ser político. En medio de esas discusiones, el alcalde obtuvo buenos resultados en materia de educación, y hoy San Alberto es el segundo municipio mejor calificado por el Icfes, luego de Valledupar. 

En materia de pobreza multidimensional tiene los indicadores más bajos del departamento. Estos resultados también resaltan a un municipio pujante y trabajador. Pudo haber hecho más ejecuciones si se relacionaba mejor con los políticos. 

Se destacó: Carlos Javier Toro, alcalde de Pailitas

Ser alcalde de Pailitas es más una responsabilidad que un premio: gestionar en lo poco. Carlos Javier Toro, de familia política, se perfiló como un liderazgo de proyección regional por su forma de gobernar y, sobre todo, comunicar. Se le ve en los barrios, entregando obras, hablando con la gente… Supo ser político y gestor. Inauguró escenarios deportivos; pavimentaron calles por autogestión de las comunidades; recuperó fiscalmente el municipio y luchó contra el analfabetismo.

Se destacó: Edulfo Villar, alcalde de Bosconia

Cuando fue elegido alcalde en el 2019, los medios contaron su historia como vendedor de café. Como alcalde, Villar supo relacionarse con la Gobernación del Cesar para contratar la primera y segunda fase del acueducto para que en Bosconia mejore la regularidad y la calidad del agua.

También logró materializar un sueño casi personal: que Bosconia se convierta en un centro regional de servicios en educación y salud. Ya tienen dos sedes de universidades y están construyendo dos clínicas. El ‘lunar’ fue su mala relación durante varios años con los concejales del municipio. Eso frenó o detuvo algunos proyectos.

Se destacó: Andry Aragón, El Paso 

Opositores y aliados calificaron a Andry Aragón como un buen ejecutor.  Al alcalde le destacaron las vías rurales hacia San Martín, la despensa del municipio; escenarios deportivos; y la materialización del nuevo hospital de El Paso. Supo moverse a nivel departamental y nacional para gestionar obras. Pero no entre las personas. Quienes lo conocen dicen que por su personalidad y la pandemia, no se relacionó mucho con la gente. Por eso no fue tan popular. 

Gestión aceptable: Henry Chacón, alcalde de Curumaní

Henry Chacón es uno de los pocos barones electorales del departamento del Cesar que hace campaña acompañado de su popularidad. Ha sido alcalde de Curumaní en varias ocasiones. En esta que termina logró poner sucesor (Hermes Martínez), pero se va desgastado políticamente porque no cumplió promesas como la construcción de casas, generación de 3 mil empleos y el mejoramiento de la situación económica del municipio. 

Gestión aceptable: Mello Castro, alcalde de Valledupar 

Ni el mismo Mello Castro esperaba ser elegido alcalde de Valledupar en el 2019. Por eso, el día de su posesión aún no tenía los nombres de su gabinete. Sus opositores le cuestionaron no estar preparado para el cargo.  A dos días de terminar su mandato, deja una ciudad en crisis en materia de orden y seguridad, pero con mejoras en la reducción del empleo y obras que aún está por verse su impacto

El alcalde terminó siendo impopular, por lo que decidió no poner heredero. Pero sí puso candidatos al Concejo y la Asamblea. Ese trabajo estuvo a cargo de su hermano, José Guillermo Castro, un próspero contratista que hizo de segundo alcalde en materia de contratación. 

Gestión aceptable: Omar Benjumea, Agustín Codazzi.

En el 2019, Omar Benjumea fue elegido alcalde de Codazzi con el objetivo de organizar la casa luego de corruptos y pésimos mandatos que tenían en una crisis institucional al municipio. El exdiputado deja a Codazzi en mejores condiciones, pero su perfil de político alternativo quedó en duda luego de varios escándalos de corrupción por presunta repartición del presupuesto con los concejales. Aunque quiso dejar heredera en la Alcaldía y puso la administración a su servicio, fue derrotado por Hernán Baquero. 

Gestión aceptable: Raul Machado, alcalde de Becerril

El alcalde Raul Machado tuvo la suerte de administrar el municipio más rico en materia de recursos, por eso ejecutó grandes obras, algunas en ejecución y pendientes de conocer su verdadero impacto. Pese a los millonarios recursos de Becerril, el municipio aún tiene regulares indicadores sociales, sobre todo en agua potable, pobreza y empleabilidad.  

Gestión aceptable: Diomar Claro, alcalde de Gamarra. 

Cuota de los Cruz, Diomar Claro representó el ‘fin’ temporal de este clan que ha gobernado durante más de 30 años a Gamarra. Los Cruz y la administración de Diomar Claro perdieron las elecciones, en un voto castigo a la rosca, el 29 de octubre y el 24 de diciembre. El alcalde supo trabajar con los líderes comunales, intervenir el muelle de Gamarra y pavimentar barrios. Pero no logró solucionar el eterno problema del agua: en Gamarra aún no toman agua potable. Sin contar que el hospital está en pésimo estado. 

Gestión aceptable: Iván Caamaño, alcalde de Chiriguaná 

Chiriguaná es un municipio complejo y permeado por la política. Es decir, no es fácil ser popular y gobernar este territorio. Iván Caamaño, pese a todas las críticas y algunos escándalos (la falta de pago a trabajadores y la millonaria casa en Valledupar) logró que su candidato ganara en las pasadas elecciones. Entre otras razones, la pandemia le impidió luchar con mayor determinación contra los grandes problemas del municipio: desempleo, pobreza y servicios públicos.

Gestión aceptable: Juan Manuel Ortega, alcalde de Astrea 

Astrea hace parte del top 5 de los municipios con menos recursos del departamento. Fácilmente el 60% de los ingresos se pueden destinar a funcionamiento. Juan Manuel Ortega logró gestionar con el departamento la pavimentación de vías importantes, la adquisición de un banco de maquinaria y la construcción de centros deportivos. Pero en Astrea aún padecen la falta de un acueducto que brinde agua potable las 24 horas. 

Gestión aceptable: Leusman Guerra, alcalde de San Martín 

San Martín es uno de los municipios con mejores índices socioeconómicos del departamento gracias a las empresas privadas. El actual alcalde, Leusman Guerra, tuvo puntos destacados como la instalación de puestos de salud en los corregimientos, puentes, vías y la aprobación del nuevo hospital. 

Su mayor polémica fue el endeudamiento del municipio para la ejecución de obras. Otros lo cuestionaron porque no se atendió con determinación la creación de nuevos asentamientos ilegales y el desorden en el espacio público. Leusman Guerra llevó candidato (Jorge Montaño), sin embargo quedó en segundo lugar: perdió ante Yan Navarro Pérez.

Gestión aceptable: Henry Oñate, alcalde de Manaure.

Políticamente, Henry Oñate cerró con impopularidad su mandato. Más allá de obras como acueductos rurales, remodelación de colegios, salones comunales, el crédito para el acueducto urbano, la vía San Antonio-El Venao, Oñate es impopular porque se ‘alejó’ de la comunidad y se mantuvo en discusiones con el Concejo Municipal. 

Personas cercanas señalan que la crisis de salud que vivió por el covid-19 lo volvió precavido y distante. Ese distanciamiento castigó a su candidato, Albeiro Ardila, quien quedó en segundo lugar pese al apoyo de la administración.

Gestión aceptable: Luis Hernando Lascarro, alcalde de Tamalameque

Además de los dos años de pandemia, Luis Hernando Lascarro recibió en Ley de Quiebras el municipio de Tamalameque. Un municipio pobre en quiebra. Entre las obras visibles destaca la llegada del gas natural a cinco corregimientos, aulas nuevas, vías urbanas y rurales. En lo no visible destaca el cumplimiento de los pagos de los compromisos de la Ley 550. Sin embargo, durante el mandato de Luis Lascarro el Hospital de Tamalameque terminó de entrar en su peor crisis, reducido a un simple puesto de salud sin servicios esenciales. 

Gestión aceptable: Alexander Quintero, alcalde de Pelaya

Durante todo su mandato, Alexander Quintero no estuvo envuelto en escándalos nacionales. El único caso, de forma indirecta, fue la denuncia contra uno de sus secretarios por presunto acoso. También fue un dolor de cabeza la inseguridad por la presencia de grupos armados. Por otro lado, una de las obras que más impulsó su popularidad fue la construcción de 200 viviendas.

Gestión aceptable: Oscar Emiro Osorio, alcalde de González

Los Osorio se convirtieron en el clan familiar más poderoso de González, el municipio con menos habitantes del departamento del Cesar. Pero el desgaste de los años y el descontento con la actual administración de Oscar Emiro Osorio permitieron que Katherine Mora Rosado fuera elegida alcaldesa por encima de José Emilio Osorio, exalcalde y exsecretario de la Gobernación del Cesar. Aún siendo un municipio campesino, en la zona rural  la pobreza supera el 90%, según datos del Dane. 

Gestión aceptable: Jorge Eliecer Toro, alcalde de La Gloria

Con relativa popularidad, Jorge Eliecer Toro cerró su gobierno en La Gloria, municipio del sur del Cesar. Espacios deportivos en los corregimientos, vías en la zona urbana, el muelle del municipio y construcción de salones, destacan entre las obras del mandatario. No obstante, el desempleo, la pobreza y la fragilidad de la economía pesquera, son problemas coyunturales que no se enfrentaron con fuerza en esta administración.

Se rajó: Martín Zuleta, alcalde de La Paz

Hace cuatro años, la elección de Martín Zuleta como alcalde generó optimismo en La Paz. El ‘médico’, además de los apoyos políticos, llegó por su fama de persona servicial. Sin embargo, a pocos días de terminar su periodo, Martín Zuleta se despide arrastrando cuestionamientos por su forma de gobernar y escándalos de corrupción. 

Zuleta fue uno de los alcaldes salpicados en el escándalo de los recursos PDET. El medio Candela Viva reveló audios en los que el alcalde habló de pedir cinco ‘hojas de block’ por aprobar proyectos. De médico cercano, a alcalde ausente. Así definieron varios líderes comunales a Martín Zuleta. Recién posesionado, prometió que transformaría el Hospital sumido en una crisis institucional por los malos manejos y la corrupción interna. En cuatro años, poco o nada mejoró la atención en el Hospital del municipio.

Se rajó: Chimichagua, Celso Moreno Barrero

La impopularidad de Celso Moreno, alcalde de Chimichagua, se debe, principalmente, al incumplimiento del lema de su plan de gobierno: ‘Chimichagua productiva’. Tampoco atendió con determinación el problema del agua: en Chimichagua aún consumen el líquido con problemas de potabilización. Celso también se rajó en el tratamiento de los desechos. Por la falta de cultura y  gestión de un nuevo carro, en Chimichagua hay calles llenas de desechos.  El Hospital, en crisis como la mayoría del departamento, sufrió varios paros por la falta de pago.  Esa impopularidad llevó a que perdiera su candidato (José Nayith Ahumada)

Se rajó: Robinson Manosalva, alcalde de Aguachica

La elección de Robinson Manosalva como alcalde de Aguachica en el 2019 fue un castigo a la corrupta clase política del municipio. Sin embargo, cuatro años después, ‘El chivo’ cierra su gobierno con más escándalos que obras.

Actitudes vulgares, conflictos innecesarios, falta de asociatividad y escándalos sin sentido marcaron los últimos cuatro años. “Fue tan impopular su administración que en Aguachica eligieron alcalde a un joven de 26 años solo porque es hijo de un empresario”, dijo un líder comunitario que pidió reserva de su nombre.

Se rajó: Francisco Meza, alcalde de El Copey

La administración de Francisco Meza, lastimosamente para El Copey, estuvo marcada por el escándalo de corrupción que llevó a su captura. Según la investigación, el alcalde adjudicó alrededor de 14 contratos a las empresas Fundecop y Servicios Integrales del Caribe de las cuales en la primera fue propietario, gerente y hasta representante legal. Sus obras quedaron empañadas por esta decisión, al igual que su carrera política.

Se rajó: Danilo Duque, alcalde de Pueblo Bello

El alcalde de Pueblo Bello, Danilo Duque, fue uno de los mandatarios más desconectados y poco accesibles del departamento. Sus comunicaciones fueron casi nulas. En Pueblo Bello, dicen algunos, “no le vieron ni la sombra”. 

Al contrario, su nombre sonaba en medios pero por escándalos de corrupción. Según rastros periodísticos tiene más de 5 investigaciones disciplinarias y penales en los entes de control, una de esas por presuntamente haber celebrado un contrato con un financiador de su campaña. Aunque se debe resaltar que Pueblo Bello es un municipio de limitados recursos, en cuatro años la gestión de Danilo Duque fue poca por eso no tuvo ninguna obra de alto impacto para resaltar. 

Se rajó: José Helí Santana, alcalde de Río de Oro 

El alcalde de Río de Oro, sur del Cesar, fue noticia nacional, pero por un escándalo, lo cual resume su mandato. En 2019 fue elegido por su destacada labor como concejal, sin embargo se despide con impopularidad por la poca gestión y la fama de dedicar demasiado tiempo al entretenimiento personal.

Luego de la muerte de una joven en medio de confusos hechos, el escolta del mandatario indicó que el arma que accionó para hacer disparos no era la de él, sino de uso personal del alcalde José Helí Santana. 

Se rajó: Carlos Mario Calderón, alcalde de San Diego

Carlos Mario Calderón hizo parte del grupo de alcaldes del Cesar que durante los cuatro años fueron protagonistas por los escándalos. A la Contraloría General llegó una denuncia anónima en contra de la Alcaldía por presuntas irregularidades en un contrato. Este convenio para entregar subsidios fue firmado solamente para la vigencia 2021, sin embargo, según la denuncia, “se observa que siguieron realizando pagos en los meses transcurridos de 2022”.

Luego, 6 concejales de la oposición pidieron a los entes de control investigar  al alcalde de San Diego por 6 proyectos en los que se habrían presentado irregularidades. Además, los estudiantes estuvieron por varios meses sin alimento ni transporte escolar. Estos hechos empañaron la entrega de viviendas, vías rurales, mejoramiento del hospital, entre otras obras. 

Deivis Caro Daza: