Cuántas veces tendremos que compartir el dolor, la angustia y la desesperanza que produce cada nueva situación que afecta de manera severa a la humanidad, para comprender que, como sociedad global, somos una sola especie, y que hoy más que nunca esas mismas circunstancias demandan la unión de los pueblos en pro de preservar la condición humana.
Es innegable el avance que sobre este particular se ha logrado después de la Segunda Guerra Mundial. El advenimiento de organizaciones internacionales como la ONU, creada en 1945 como un acuerdo para mantener la paz, la seguridad y la cooperación internacional entre los Estados miembros, fue una muestra fehaciente de la disposición de los Estados en esa dirección. De igual modo, ese anhelo de estabilidad e integración se evidencia también con la creación de la Unión Europea, surgida en ese continente por la aspiración que tenían los países fundadores de acabar los conflictos bélicos que de manera frecuente se producían entre países vecinos.
Sin embargo, lejos estamos de vencer los prejuicios raciales y la estigmatización de las poblaciones migrantes, exacerbadas por nefastos líderes de todas las tendencias ideológicas que no han podido entender, ni asimilar, la máxima ultraísta de Publio Terencio Africano: “Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno“.
El hoy nos muestra una vez más lo conveniente que resulta aunar esfuerzos; y es así como la farmacéutica Pfizer -con sede en Nueva York-, y la multinacional BioNTech -de origen alemán- se aliaron para codesarrollar la vacuna más segura contra el covid-19, despejando así este camino atestado de tristeza y aflicción, que como humanidad, nos ha tocado lamentablemente recorrer.
Este hecho transcendental de desarrollo científico debe invitar a la dirigencia mundial a la reflexión, de manera que se condene todo tipo de segregación racial. Las actuales circunstancias motivan a dar ese paso definitivo de integración, e invitan a estados como el alemán, a replantear su política migratoria, ahora que las circunstancias le demuestran que la población migrante que tanto han rechazado ha sido generadora de un extraordinario progreso médico, científico y económico.
Alemania no debería pasar por alto que la empresa BioNTech, la que ayudó a desarrollar la vacuna contra el covid-19, tiene como fundadores a Ugur Sahin y a Oslen Tureci, matrimonio de médicos de origen turco que hoy simbolizan el valor de la diversidad de las sociedades que están a la vanguardia del desarrollo, sin distingo de razas, credos y religiones, y mucho menos de posiciones ideológicas estigmatizantes que impiden a la sociedad en general identificar las reales y verdaderas metas de desarrollo humano, que no puede ser otro que el progreso y el bienestar de todos los pueblos del mundo.