“… oirás detrás de ti estas palabras: este es el camino, andad por él y no te desvíes a la derecha ni a la izquierda” Isaías 30:21.
Andar por el camino del Señor es fortalecer las manos de la fe y confiar cuando nos arrodillamos para orar. En ocasiones, nuestra fe se cansa, languidece, se relaja, nuestras oraciones pierden su fuerza y eficacia y sentimos que nos hemos perdido del camino.
La exhortación aquí es admirable. La idea parece ser que llegamos a desalentarnos tanto y a ser tan tímidos, que un pequeño obstáculo nos deprime y asusta; y estamos tentados a tomar atajos para evitarlo, en vez de enfrentarnos con él.
El camino de los atajos, o las desviaciones hacia la derecha o izquierda, son producidos por cualquier cosa a la que nosotros no queremos enfrentarnos. Queremos “darle la vuelta” a las dificultades en vez de marchar rectamente con valor y pasar a través de ellas.
Muchas veces nos encontramos en nuestro camino con algo que nos aterroriza y queremos evadirlo con la excusa de que es algo para lo cual aún no estamos preparados. ¡Nunca lo sabremos hasta enfrentarlo!
Caminar derecho hacia delante es: cuando hacemos algún sacrificio, cuando obedecemos y nos sometemos a algo, cuando esperamos la respuesta a nuestras oraciones atrevidas, cuando sobrellevamos alguna angustia o preocupación por alguien.
Dios dice que caminemos derecho por en medio de la tribulación; que la inundación no nos anegará, que las aguas se dividirán, el mar Rojo se abrirá y el río Jordán se separará, y el Señor nos conducirá por en medio de ellos hacia la victoria.
Cuando tenemos alguna duda o dificultad acerca de nuestro diario caminar, o de cara a alguna importante decisión; cuando muchas voces nos dicen por cuál camino debemos ir; cuando la prudencia o el conocimiento nos aconsejan una cosa y la fe nos aconseja otra; entonces, debemos detenernos, quedarnos quietos y permitir que Dios nos hable.
Calmémonos a nosotros mismos en el silencio sagrado de la presencia de Dios. Estudiemos su palabra con una actitud reverente y devocional. Elevemos nuestra naturaleza hacia la luz de su rostro. Deseemos solamente lo que el Señor nos mostrará y esperemos lo que Dios nos guiará.
Algunas personas necesitan una confirmación permanente a través de las circunstancias; pero quienes han aprendido a amarlo y conocerlo, y en esa amistad y compañerismo han tenido mucho trato con Dios, saben muy bien el valor de la compañía secreta con él, como principal medio de cerciorarse de su voluntad.
¿Tienes alguna dificultad con respecto a tus caminos? Acude a Dios, y espera en él su respuesta siempre bondadosa, bien a la luz de su sonrisa, o de la dicha de la negación.
Si solamente permaneciéramos a solas con Dios, donde la luz y las sombras terrenales no pudiesen intervenir, donde las opiniones humanas no pudiesen llegar, si tan solo nos atreviéramos a esperar allí, en silencio y con esperanza, aunque todo a nuestro alrededor insistiese en una decisión o acción inmediata; podríamos ver claramente, cuál es la voluntad de Dios y tendríamos una nueva concepción de su amor y su cuidado y un conocimiento más profundo de su naturaleza y amante corazón, el cual se nos ofrece.
Amados amigos lectores: no permitan que sus pies se salgan fuera del camino. Caminemos derecho hacia delante y no dejemos detrás, ningún Jericó sin conquistar, ni ningún lugar donde se pueda decir que era demasiado grande para nosotros.
Recuerda: ¡Este es el camino: Andad por él! No te desvíes. Navega hacia delante como el navío, sea en la tempestad como en la calma, sea que llueva o que brille el sol, hasta que entreguemos nuestro cargamento en el puerto de destino.
“Querido Dios: Ayúdanos a permanecer en el camino correcto y ser guiado por tu poderosa mano. Gracias. Amén”
Saludos y bendiciones en Cristo
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