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Estar quebrado no es lo mismo que estar arruinado

Las crisis son los momentos donde se pone a prueba el temple y el tesón de las personas que estén atravesando por momentos de “apretón” financiero. Debo reconocer que no es nada fácil.

Cada vez son más notorios los casos de personas que han preferido tomar decisiones radicales en medio de una crisis, como por ejemplo, acabar con su vida porque no soportan perder su estilo de vida y pasar la vergüenza de la banca rota.

Pues déjenme decirles que las crisis no son eternas. Toda crisis está atada a circunstancias o factores que pueden sobrevenir, por ejemplo, de decisiones financieras erradas, un cambio repentino en las condiciones del mercado que hacen ir al traste a una empresa, o que deliberadamente se construyan escenarios artificiales de crisis con la intención de quebrar al empresario como pareciera que fuese el caso de Colombia, donde todo apunta a que el presidente de turno tiene una apatía y una animadversión por los ricos y ha convertido casi una obsesión asfixiar a los empresarios o forzarlos a que se vayan del país y quedarse con solo pobres.

Pero este no es el tema de análisis en este momento, pero sí es una situación que ya es evidente en la región y en la ciudad, muchos empresarios no la están pasando nada bien.

Hace unos años recibí un consejo de un amigo millonario a quien tuve la oportunidad de conocer en una difícil etapa de mi vida. Siempre recuerdo sus palabras cuando estoy atravesando periodos de crisis: “No es lo mismo la quiebra que la ruina, la primera es cuando te quedas sin dinero y la segunda es cuando no eres capaz de salir de la quiebra”.

Pero para no desviarnos del tema que nos interesa, no olvidemos que construir riqueza es un arte que se aprende con la práctica y se va perfeccionando hasta convertirse en habilidad y una vez se instala en el cerebro ya no se olvida, algo así como aprender a manejar bicicleta.

Entonces, si ya sabes cómo se hace la riqueza: ¿Por qué estás angustiado o pensando en tomar decisiones apresuradas? Mas bien acude a esa capacidad y empieza a tomar decisiones que te lleven a ir saliendo paulatinamente de la crisis, pero ojo que si no adoptas una actitud ganadora y optimista el mismo cerebro y el sistema reticular te pueden impulsar a caer en la quiebra y este es el estado donde no puedes llegar.

La iliquidez implica, como ya lo mencioné, tomar decisiones que hagan que la situación no se agrave puesto que en algunas ocasiones el quebrado asume una actitud de negación pensando que con el simple paso del tiempo la situación va a mejorar dejando la recuperación al azar o al destino, lo cual constituye el primer error, ya que las quiebras no sobrevienen súbitamente, sino que van mostrando algunas señales que una vez aparecen deben ser atendidas.

Así mismo, constituyen la suma de pequeñas decisiones o acciones erradas que van minando la situación financiera. Atento a estos primeros síntomas. Si tienes varias tarjetas de crédito te sugiero que antes que la situación se agrave entrega las que tienes libre y quédate con una para darle un manejo responsable, nada de créditos de consumo ni lujos, quedan absolutamente prohibidos por el momento; y lo más importante, acércate prontamente al banco a reliquidar tus obligaciones, no dejes que te embarguen, eso es un yugo del cual es difícil salir.

Las decisiones en la iliquidez y en la quiebra son las que mayor fortaleza demanda, es ahí donde la madurez debe hacer carrera, deja de pensar que estás en competencia con alguien, no tienes que impresionar a nadie comprando cosas que no necesitas solo por vanidad.
Si tienes que salir de algunos activos para equilibrar la caja no dudes en hacerlo, sé que no es nada fácil salir del apartamento de la playa o el condominio al que estás acostumbrado, pero después que pase el nubarrón volverás a tener uno mejor, y lo más importante evita caer en la ley del hueco (seguir cavando para intentar salir de él).
Y finalmente, recuerda cómo construiste lo que tienes, es solo que adoptes la actitud correcta ya que la capacidad de construir riqueza no te la quita nadie.

Por Eloy Gutiérrez

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