“Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo será el tiempo”. San Marcos 13,33-. En el pasaje del epígrafe, Jesús relacionó la plenitud de la oración con la atención vigilante.
Podemos inferir, entonces, que la oración implica estar alerta, con atención, ojos abiertos y mente clara y diáfana dispuestos a recibir lo que Dios quiere hablarnos.
Buscar a Dios en oración no es enajenarnos ni salirnos de la realidad, no es escondernos de las circunstancias actuales, no es enterrar la cabeza para alejarnos de los problemas; sino, esperar de la presencia de Dios tiempos de refrigerio, ser conscientes que todos los hechos de actualidad están abiertos ante la majestad de Dios, quien todo lo puede.
Las exhortaciones de Jesús con prestar atención están conectadas con nuestra manera de vivir; pero, sobre todo, con la promesa de su retorno a la tierra. Sin lugar a dudas, esta es una de las exhortaciones de Jesús más apremiante y conmovedora; pese a que la mayoría de creyentes no comprende a cabalidad lo que significa su regreso.
Esta promesa maravillosa se convierte en la esperanza bienaventurada que jalona nuestra fe y nos incita a la fidelidad con aquel que dijo que un día regresaría; ya no como en la primera vez, revestido de humildad y amor, sino ahora con poder y gloria para reclamar lo que legítimamente le pertenece: la vida del hombre y el gobierno sobre la tierra.
El Señor nunca puso sobre nosotros la carga de ver el futuro; pero, sí nos llamó a estar alerta a la época en que vivimos y a discernir las señales de los tiempos. Él espera que entendamos y vivamos el presente, pero que también estemos expectantes acerca del futuro.
Queridos amigos, la clave consiste en saber discernir las señales de los tiempos. El discernimiento puede ser cultivado en la medida en que nos sometemos a los preceptos del Señor e intimamos con él en nuestro tiempo de oración. En esa relación de intimidad puedo ser transparente y preguntarle: ¿Cuál es mi papel en sus actividades actuales? Para luego, esperar en quietud y reposo, su respuesta en revelación y entendimiento.
¡Que noble privilegio estar alerta y preparado para las cosas que están en el corazón de Dios para esta hora! ¡Qué bendición será ser encontrado activo en el deber y prevenido acerca de sus propósitos para Colombia! Mantengámonos como los chicos exploradores: “siempre listos”, con la ropa adecuada y la luz encendida.
Nuestro tiempo de oración privada será el lugar donde podremos conocer y comprender mejor los propósitos de Dios para este tiempo y para el futuro promisorio y especial que nos ha prometido.
¡Dios bendiga nuestras vidas y nuestra nación! Fuerte abrazo en Cristo.