Las elecciones del domingo anterior dejan varias lecturas, tanto regional como nacional. En una democracia, la participación ciudadana es de vital importancia y por ello, en la Constitución de 1991, se consagra, en su Artículo 103, las formas de participación o herramientas de que dispone el ciudadano para expresar su opinión, mostrar su respaldo o manifestar su rechazo a las propuestas y políticas públicas. El voto es expresión de libertad y por ello la normatividad colombiana contempla herramientas constitucionales y legales para que el ciudadano pueda acceder libremente, con el ánimo de contribuir al desarrollo de la comunidad (Cotes, 2016).
La abstención electoral en el Cesar fue prácticamente del 50%, lo que equivale a que votaron 397.888 de las 776.634 personas habilitadas. En el país la abstención superó el 53 %, aunque –según la Registraduría- aumentó el número de votantes comparado con los comicios del 2014, pero todo se debe a que el potencial pasó de 32.835.856 en el 2014 a 36.493.318 en el 2.018; es decir, el domingo votaron 17.445.129 ciudadanos y se abstuvieron 19.048.189, cifra que deja muy claro que más de la mitad de los colombianos no asistieron a las urnas.
Podemos decir que dicha abstención es cuantitativa, por los registros que entrega la Registraduría, pero no se puede confirmar quiénes son los colombianos que verdaderamente se abstienen de votar; es decir, el verdadero abstencionista es aquel que teniendo como votar se abstiene de hacerlo, a pesar de que le brinden todas las prerrogativas y facilidades para hacerlo.
Lo que parece suceder en el país y en el Cesar es que la abstención ha bajado un porcentaje, simplemente porque la clase política está incurriendo en uno de los peores fraudes electorales, como es poner a votar a los abstencionistas. Hay testimonios de ciudadanos en municipios como Valledupar, La Paz, San Diego y Codazzi que sostienen que cuando llegaron a depositar sus votos, ya “otros” habían votado por ellos. Es decir, están votando por los abstencionistas y las autoridades deben investigar este aberrante sistema.
Se destaca que el voto popular, libre y puro, constituye una de las manifestaciones más expresivas de la democracia. Constituye, además, un compromiso del ciudadano con el futuro de su ciudad, de su región y de su país. De ahí que el abstencionismo sea siempre objeto de censuras por parte de los profesionales de las Ciencias Sociales, que ven en esta práctica la oportunidad para que el ciudadano exprese libremente su punto de vista (Cotes, 2016).
Solo dos “caras” nuevas surgen al Congreso por el Cesar, mientras que en el país siguen los mismos con las mismas. Los mismos que cada año defraudan al país con miles de millones de pesos.
En el Cesar llega al Senado Didier Lobo, exalcalde de La Jagua de Ibirico, con una votación mayor a los 80 mil votos y se convierte en el nuevo barón de la política del Cesar. Sobre Lobo pesan investigaciones en la Fiscalía y la Contraloría por corrupción que deberá resolver en los próximos días. Llega también al Congreso, como Representante a la Cámara, Eliécer Salazar.
Gracias al conglomerado del “Chance” y la clase dirigente del sur del Cesar, Cristian Moreno pudo repetir en la Cámara. Moreno, según las informaciones, se convierte con el electo Senador Didier Lobo como “indispensables” para “negociar” y pactar el nombre del próximo candidato a la Gobernación del Cesar. Hasta la próxima semana.
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