Cada día debemos registrar como noticia, una serie de comportamientos reprochables de los habitantes de Valledupar.
Para la muestra varios botones:
– Cuando llueve, todavía hay personas insensatas e irresponsables que botan sus basuras a las calles, cuando ya es de todos conocidos los problemas sanitarios que esta práctica genera.
– A pesar de todas las campañas son muchas las personas que siguen desperdiciando el agua, en el lavado de terrazas, fachadas, vehículos en las calles y el riego de sus jardines.
– Es triste, por decir lo menos, que los estudiantes de los colegios públicos destruyan y se roben elementos de los sanitarios de sus colegios. Las instituciones educativas son bienes públicos y al servicio de las familias de menores ingresos, es deber de todos cuidarlos.
– Valledupar es una ciudad que tiene pocos parques, en proporción con su población, estimada según algunos, en medio millón de personas, aproximadamente. Los escasos parques y espacios de recreación y deportivos que tenemos, debemos cuidarlos. No hay derecho a que se roben unos elementos del Centro biomédico de Indupal.
– Por las noches, a pesar de las campañas de las autoridades en muchos sitios públicos la música se coloca en niveles que afecta la audición de cientos de personas. Los mayores abusos se presentan en los vehículos que recorren la ciudad, y en ambos casos los fines de semana.
En materia de tránsito y transporte es, quizás, el área en la cual se confirma la falta de civismo y cultura ciudadana en Valledupar:
– La costumbre de manejar cuando se está tomando trago sigue, a pesar de los innumerables accidentes con muertos y heridos que se han registrado, a pesar de los controles de la Policía que no tiene el personal suficiente para controlar a todos los conductores tomadores.
– Muchos habitantes de Valledupar parquean sus vehículos en cualquier parte, en la vía; en el andén. Además, muchos y muchas hacen visita en plena vía, como si nada.
– En el tema de la falta de civismo los campeones, sin lugar a dudas, son los mototaxistas. La minoría son los que respetan las normas y cumplen las normas de seguridad que han dispuesto las autoridades; pero, la gran mayoría transita por la ciudad sin Dios ni ley, como si la misma fuera una selva de cemento: en contravía, en los andenes, ocupan el mismo espacio de un carro en la mitad de la vía, andan en gavillas y nadie les puede decir nada, etc.
– El respeto a todas las normas de tránsito es un principio básico de civismo y cultura ciudadana, pero también de primer orden para facilitar la movilidad y garantizar la vida de los otros conductores y peatones. Su acatamiento debe ser tácito y no debe depender de la presencia de un policía o agente de tránsito. En nuestro medio es común pasarse el semáforo en rojo, hacer el pare en la mitad de la calle; en fin, tener un comportamiento cuando está la autoridad y otro, muy distinto, cuando se está solo.
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Por supuesto, falta por mencionar otros hábitos, relacionados, por ejemplo, con la evasión de impuestos y el irrespeto a la autoridad, entre otros, indispensables para vivir en una ciudad en la sociedad moderna, con base en el respeto, la tolerancia y la convivencia.
– Todas estas malas prácticas muestran una población que poco conoce e incumple unos comportamientos cívicos mínimos, básicos en cualquier ciudad del mundo y en muchas de Colombia, donde se ha avanzado mucho en esta materia.
Sería bueno que la administración Municipal realizara una encuesta para evaluar el comportamiento de nuestros ciudadanos en estas materias y adoptar una serie de acciones en consecuencia.
Por lo pronto, queremos insistir en la necesidad de formar a los niños y jóvenes en educación cívica, o en la cátedra de cultura ciudadana, para comenzar a corregir – a futuro- con estos sectores de la población estos comportamientos.
Y en el caso de los adultos, es necesario reiterar, por medio de campañas de comunicación, controles y mucha pedagogía sobre la urgencia contar, en Valledupar, con un ciudadano que conozca esos comportamientos cívicos mínimos y necesarios para la sana y armónica convivencia en una ciudad bien organizada y amable. Ser ciudadano implica derechos, pero también deberes.