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Estamos jodidos

En la Colombia de hoy gobierna la delincuencia, nada qué hacer. O es la guerrilla la que manda la parada, o son los clanes los que imponen su fuerza sobre la población. Lo que ha pasado en El Plateado, en el departamento del Cauca, lo que sucede con el ELN cuando este grupo terrorista reconoce que secuestró a Luis Manuel Díaz, padre del jugador de la selección mayores de fútbol ‘Lucho’ Díaz, es infame. 

Aquí los delincuentes hacen lo que les da la gana mientras Petro ordena a la Policía y al Ejército, quedarse con las manos cruzadas mientras los vuelven pedazos. Nuestras Fuerzas Armadas, que siguen siendo gloriosas y reciben el apoyo de muchos colombianos, no pueden actuar por órdenes directas del ejecutivo. 

Nos tienen secuestrados a todos, el país se le salió de las manos al Gobierno central y, después de la paliza en las últimas elecciones, la cosa tiende a empeorar. Fue doloroso ver a nuestros soldados caminando por las calles de El Plateado con los brazos abajo, abucheados por la multitud, maltratados por la gente. Los generales han sido cooptados por Petro, que ha dado la baja a quienes podrían resultarles incómodos. ¿Hasta cuándo?

Frente a nuestros ojos vemos cómo el ELN y las disidencias de las FARC se burlan del gobierno Petro y no pasa nada. 2 procesos de paz ridículos, sin sentido, que no generan sino vergüenza. Preocupante también que el fiscal Barbosa pronto se vaya y quedaremos en manos de quién sabe quién. 

Volvamos al tema del secuestro. Hay versiones que parecen tener algún sustento, que dicen que la demora en la liberación del papá de Lucho Diaz se debe a que el gobierno está intermediando entre guerrilleros y familia, para que esta última pague por la liberación del señor. No faltaba más, que Petro termine siendo un negociador entre los secuestradores y las familias de los secuestrados, para que se mueva platica que financie a los facinerosos. 

Y ni qué decir de lo sucedido en los cerros de Bogotá el fin de semana pasado. Secuestraron a un señor que hacía ejercicio en el monte y también a Juan Pablo Raba y a sus hijos. Aquí los que cumplimos con la ley parecemos ser la minoría. Estamos en manos del hampa, del presidente para abajo. 

Los ministros no sirven para nada, no gestionan, no ejecutan, no trabajan, solo gastan como el señor Mauricio Lizcano, que pagó con dineros públicos una fortuna para viajar a China con Petro. No viajó en el avión presidencial, pero sí en clase ejecutiva en un vuelo comercial que nos costó a los contribuyentes más de 40 millones de pesos; estuvo una semana en China y tomó varios vuelos internamente en ese país, un escándalo total.

Más y más amigos se siguen arrepintiendo de haber elegido al guerrillero, el anhelado cambio terminó siendo un timo monumental. El presidente vive trabado y el gabinete tiene menos dinámica que las Fuerzas Armadas actuales. Es triste ver lo bajo que hemos caído, nos duele la patria. Recuperamos algo de esperanza con los resultados de los comicios regionales, vimos que Colombia sí tiene memoria y es de caballeros reconocer los errores. Los proyectos políticos del centro, la centro derecha y la derecha acumularon la mayoría de votos y el apoyo de Petro a algunos candidatos pareció ser una maldición. 

Para completar salieron los resultados financieros correspondientes al tercer trimestre del año 2023 y a Ecopetrol, la principal empresa estatal y de la cual somos propietarios varios miles de colombianos, le fue como a los perros en misa. Las utilidades cayeron un 42.8% y las ventas un 19.1%. Petro ha logrado lo impensable: está matando de hambre a la gallina de los huevos de oro, por donde miremos estamos fregados.

Mientras tanto, aclaro que hace unos días, en esta misma columna, denuncié irregularidades en la estación de servicio Texaco de Mondoñedo, ubicada en la vía que conduce de Bogotá a La Mesa. Pues bien, finalmente se aclaró el tema, reconocieron que teníamos un saldo a favor de casi 300 mil pesos, y el pasado lunes festivo pudimos tanquear nuestro carro para cruzar cuentas. Todo aclarado, todo arreglado, ¡gracias por eso!

Por: Jorge Eduardo Ávila.

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