Por: Gustavo Cotes Medina
Después de la reciente crisis en la economía mundial, los países están aplicando la alerta de “sálvese quien pueda” y cada uno quiere exportar más e importar menos para incentivar su producción y generar empleo interno, con el objetivo de equilibrar sus balanzas comerciales en un universo de desequilibrio extremo entre los mayores actores del mercado: Estados Unidos y China.
Estados Unidos ha podido financiar su alto déficit comercial por años y ahora se propone reducirlo dirigiendo su poder de compra al mercado interno, y China genera empleo y ahorros con sus exportaciones a la economía más grande del mundo. La presión internacional ha intentado persuadir a China para que use su discrecionalidad cambiaria y apreciara el renminbi, “la moneda del pueblo”. Ya lo ha hecho revaluando un 25% en los últimos años, pero no es suficiente.
Según los expertos se necesita otro 25% para crear más puestos de trabajo y darle un nuevo impulso a la economía americana, a costa de empleos chinos, pero ese país no está dispuesto a tomar esa decisión a un precio tan alto. Está claro que el argumento de la persuasión se encuentra agotado.
Estados Unidos utiliza su artillería pesada y tramita en el Congreso la imposición de un arancel a las importaciones chinas, sobre la base que ese país es un “manipulador cambiario” y – posiblemente- tiene razón. Además, se trataría de obligar a las autoridades chinas a comprar dólares para sostener su tasa de cambio, lo que presionará la inflación y por esa vía una revaluación real del yuan.
“Pegarle a China” está de moda en Estados unidos. Alemania, como país exportador superavitario de toda la vida, también es protagonista en este drama cambiario.
Se está jugando una partida de ajedrez entre grandes economías, con un mensaje claro: por la razón o por la fuerza del mercado, es necesario reducir el déficit externo norteamericano. Desde hace varios años se teme por el aterrizaje del déficit chino-americano, pero en este caso no sería traumático, sino que serviría para apalancar la economía de los Estados Unidos y para incitar a China a gastar más en su gente y crecer en el mercado interno y no en el del resto del mundo.
Hasta hoy ha predominado un sistema de tasas de cambio flexibles que conservan el dólar como la moneda de reserva mundial. Algunos lo llaman un “no sistema”, en el cual el país emisor de la moneda mundial puede financiar su déficit con emisión y también reducirlo, pero pueden presentarse abusos monetarios y cambiarios afectando al resto de las naciones.
El problema de fondo radica que no existe un buen sistema monetario internacional ordenado y estable. Para lograrlo sería necesario un consenso político global, con las dificultades que tiene cobijar en un solo sistema a los dos países más poderosos del mundo, que quieren jugar el mismo partido cada uno con reglas diferentes.
Se necesitan aires nuevos en la economía americana para lo cual se proponen reducir el gasto militar y social, aumentar la edad de jubilación de 67 a 69 años, subir los impuestos y eliminar deducciones fiscales.
¿Será que el presidente Obama, como Roosevelt en el pasado, le deja claro al mundo dónde se toman todavía las decisiones de la economía mundial?
AGREGADO:
Registramos el actual reconocimiento a la mina del Cerrejón, en el departamento de la Guajira, entre las más eficientes del mundo demostrando que se puede hacer minería a gran escala y estar en armonía con el medio ambiente. La empresa desarrolla programas de rehabilitación de tierras intervenidas, biodiversidad, gestión energética, calidad del aire y control de emisiones de gases de efecto invernadero. En el 2009 ha pagado regalías por 308 millones de dólares e impuestos por 464 millones de dólares. El Cerrejón genera 10.000 empleos directos, construye infraestructura, es un negocio de talla mundial, intensivo en capital y en mano de obra.
Fuente: Diario Portafolio, diciembre 2010.Luis García, Universidad Javeriana.