Por Imelda Daza Cotes
El aparato estatal del país más poderoso de la tierra está semiparalizado; se redujeron al mínimo programas de protección ambiental, departamento de energía, NASA, mantenimiento de infraestructura vial, prevención de desastres y actividades de minería; se cerraron museos, centros educativos y recreativos; algunos servicios públicos operan a media marcha; casi un millón de servidores públicos quedaron cesantes. Claro que no todo se ha afectado; el ejército opera sin problemas, también los controladores aéreos y guardianes.
La parálisis se debe a que el Legislativo norteamericano no aprobó, por falta de acuerdo entre la Cámara-mayoría republicana y el Congreso-mayoría demócrata, los fondos que demanda el funcionamiento de la administración pública. En realidad esto no es nuevo.
Entre 1995-1996 hubo una parálisis similar durante casi un mes, pero entonces la economía era fuerte. Ahora es diferente. EEUU aún no ha superado la crisis financiera que empezó en 2008 y esto que ahora pasa puede afectar severamente la demanda interna y deprimir la economía.
De esta difícil coyuntura son culpables republicanos y demócratas, pero cabe mayor responsabilidad a los conservadores-republicanos que aliados con la extrema derecha insisten en sabotear la reforma del sistema de salud que Obama hizo aprobar para atender a 45 millones de ciudadanos pobres que carecían de atención médica. Los republicanos, opuestos a la reforma, habían amenazado con dejarla sin financiamiento. Argumentan la urgencia de limitar la deuda pública y el déficit, pero lo cierto es que el 60% de la deuda actual se originó en los gastos bélicos de guerras(Irak y Afganistan) promovidas por Bush y en los recortes fiscales y las ayudas financieras de Reagan a favor del gran capital. Si a esto se suman las pérdidas por evasión fiscal a los paraísos fiscales se tiene una disminución anual de ingresos cercana a los 2 billones de dólares. O sea, no es que los gastos públicos sean excesivos sino que los ricos aportan cada vez menos al sostenimiento de un sistema que los privilegia. Hace 50 años los impuestos sobre ganancias empresariales correspondían al 6% del PIB de EEUU, ahora, cuando esas ganancias se han cuadruplicado, los impuestos sólo equivalen al 2% del PIB. Ese es el origen del déficit.
Definitivamente la voracidad del poder económico no conoce fronteras. Lo quieren todo. Poco les importa la congelación de la administración pública ni el bienestar ciudadano. Pero hay un pueblo que sufre las consecuencias del vasallaje y en algún momento puede decir Basta!! Quizás esa reacción ciudadana sea la que impulse un acuerdo político y ponga fin a la parálisis.