Cuando los investigadores de Medicina Legal que tenían a su cargo identificar el cuerpo calcinado al interior de un vehículo en zona rural de Valledupar, determinaron y comunicaron a la familia que efectivamente lo que tanto temíamos resultó cierto. Sí, era Juan Felipe Ustáriz, asesinado de una forma cruel. Desalmados aquellos quienes decidieron quitarle la vida actuando con una sevicia increíble. Hay dolor y rabia en la comunidad vallenata por este nefasto hecho. En ese momento de tribulación, quizás ante una conexión de dolor, recibí una llamada. De esas llamadas que te alientan y te acomodan el alma; tristemente también te ponen a pensar en las cosas que pasan en este valle de poesía. Identifiqué al otro lado a Yarime Lobo Baute, una mujer especial que tiene un corazón inmenso lleno de una sensibilidad increíble y que sufre cada cosa que padece nuestro terruño. Lo que le pasa a su gente, esa tragedia evidenciada en lamentables hechos de inseguridad que nos golpea, pero tan nefasto como esto, y también lo sufre, la indiferencia que nos arropa. Lo ciego que estamos ante tanta violencia y corrupción, horas aciagas y cielos oscuros que nos llevan a situarnos en espacios de señalamientos, de interrogantes y de dudas. ¿Qué se dice del caso? ¿Las autoridades que dicen? ¿Será que volvimos a escenarios de oscuros momentos que dejaron tantos muertos, dolor y angustia? No supimos responder. O quizás las respuestas son tan obvias y razones de peso nos llevan a creer mejor que la poesía y el arte son la panacea ante tanta vaina fea que hoy nos acongoja. Pero seguimos con la incertidumbre de lo que está pasando. Hace poco mataron a un conocido constructor y empresario, de esos que caben en la burbuja de la solvencia económica y manejo de exuberantes capitales. Ese señor también fue asesinado en hechos confusos que nos generaron las mismas preguntas. En lo que va corrido del mes en este año 2019, y desde el primero de enero del 2018 han sido asesinados más de ciento cincuenta y tres líderes políticos, sociales y comunales en Colombia, según el último informe de la misión de observación electoral (MOE) y sin mencionar la cantidad de niños y niñas abusados y asesinados de manera inmisericorde. Volvieron las bombas, las que nunca se han ido, matando a policías en hábitat de indefensión. Jóvenes que recién le estaban dando vida a sus sueños. Se truncaron por culpa de la violencia. Estadísticas crueles que no deberían existir en este pueblo. ¿Es esto acaso lo que queremos? ¿Es esto lo que nos merecemos? ¿Hasta cuándo tendremos esos panoramas que en medio de la angustia se siguen pintando con tonos grises? Dios se apiade de nosotros y nos permita abrir los ojos y tomar conciencia, creo que ya es hora, máxime cuando el panorama político se abre con bastante de lo mismo, vuelve y juega. Sólo Eso.